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viernes, 29 de marzo de 2024
La irresponsabilidad de abarrotar calles para comprar y ver las luces de Navidad - 30 noviembre 2020 - Madrid
Agustín Yanel Agustín Yanel

Noviembre ha sido el segundo mes con más muertes provocadas por el coronavirus después de abril, cuando la pandemia alcanzó su punto más letal en España. Pero, como no hay peor ciego que el que no quiere ver, todavía hay quienes no se toman en serio este grave problema y no respetan las normas que recomiendan los expertos y los gobiernos. Y, lo que es peor, también hay quien niega la existencia de este virus sin ningún fundamento científico que lo sustente. Esas personas, además de mantener esa actitud irresponsable y peligrosa, se creen más listas que las demás.

Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la existencia de una pandemia, el 11 de marzo pasado, en España se han contagiado 1.628.208 personas y han fallecido 44.668. Y probablemente sean más, porque ha habido más muertes de las habituales pero no se ha comprobado con las pruebas necesarias que se deban al coronarivus. En esos casi 10 meses se han contagiado en todo el mundo 61 millones de personas y han muerto casi un millón y medio.


De las fiestas privadas a no usar la mascarilla

A pesar de esas cifras dramáticas, que a diario ofrecen el Gobierno central y los autonómicos y difunden todos los medios de comunicación, las distintas policías aún tienen que seguir denunciado a muchas personas que asisten a fiestas privadas prohibidas, se saltan el confinamiento en ciudades o barrios, superan el número de gente que puede reunirse en la terraza de una cafetería, no guardan la distancia de seguridad, se niegan a usar la mascarilla… Se dirá que son una minoría en la sociedad, sí, pero el daño que hacen contribuye mucho a que el coronavirus siga contagiando y matando.

La OMS y los especialistas españoles, europeos y de todo el mundo vienen alertando de que, si la sociedad no se toma en serio las medidas acordadas y se relaja antes de tiempo, es posible que se produzca una tercera ola con más contagios y más muertes. Ya ocurrió en España cuando, tras los meses más duros del estado de alarma, hubo una relajación general y se llevó a cabo una desescalada con más rapidez de la que hubiera sido conveniente, según los expertos.

En la segunda ola del coronavirus que todavía padece la sociedad, en cuanto el Gobierno central o los autonómicos han rebajado alguna de las medidas adoptadas se han visto calles comerciales de las ciudades llenas de gente, con mascarilla pero sin poder guardar la distancia de seguridad; personas que han salido a la calle para ver el encendido de las luces de Navidad que su ayuntamiento ha adelantado; alguna manifestación en la que tampoco se han cumplido esas normas…

¿Qué hay que hacer para que toda la ciudadanía, no solo la mayoría, se tome en serio este problema y respete las medidas que recomiendan los especialistas y aprueban los gobiernos? ¿Acaso habrá que aplicar el refrán de «estacazo y tente tieso»?

«El virus no piensa, tú sí»

El Gobierno del Principado de Asturias ha puesto en marcha una campaña publicitaria en la que, en un anuncio de 20 segundos, un hombre dice: «El virus es invisible, escurridizo, difícil de detectar. Golpea más fuerte cuando nos confiamos y es letal en poblaciones vulnerables como la de Asturias. Queda mucho por descubrir, pero sí sabemos su debilidad. El virus no piensa, tú sí. No permitas que nos gane. En Asturias, todas las personas cuidamos de todas».

Ese anuncio podría servir para divulgarlo por toda España, porque en solo 20 segundos y 52 palabras, pronunciadas sobre imágenes de enfermos de coronavirus en un hospital, resume la naturaleza y los efectos de un virus que todavía hay quien niega.

Volviendo a los refranes populares, es tarea de todos que no se cumpla en este caso ese de «el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra». Una tercera ola del coronavirus, por querer volver a la normalidad antes de tiempo, no solo seguiría ocasionando miles de contagios y muertes sino que colapsaría el sistema sanitario de España que, siendo en muchos aspectos uno de los mejores del mundo, ha dejado ver sus carencias por la falta de inversiones en material y personas que ha padecido desde hace años.

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