Víctor Manuel de la Cruz, 39 años, padre de tres hijos, madrileño, pero vinculado familiarmente a Azután (Toledo), es un agricultor y ganadero muy singular, según se recoge en el reportaje de CMM de la serie ‘Yo me quedo aquí’.
En Madrid vivió y estudió hasta los 25 años. Trabajó 7 años en el extranjero. Su formación es la administración de empresas y marketing y desempeñó su labor en empresas de publicidad de Madrid y Manchester, pero los últimos 4 años los ha pasado en Azután, dedicado a la agricultura y la ganadería.
Azután es un pequeño pueblo de unos 300 habitantes de la Campana de Oropesa, en la zona de Talavera, cerca de la sierra de Gredos y Cáceres.
Víctor Manuel tiene unas 200 vacas y toros, que disponen de una finca de unas 300 hectáreas. «¡Viven mejor que yo!», exclama. Trabaja en un negocio que estaba gestionado por tres tíos (dos fallecidos), aunque él siempre les ha ayudado, yendo los fines de semana. Se dedica a la ganadería extensiva y ecológica.
Relevo generacional
¿Por qué se dejó sus trabajos en el extranjero para batallar en el campo de Azután? «Por relevo generacional. Desde la época de mi abuelo la familia ha trabajado en la agricultura y ganadería. Yo soy la tercera generación; era el momento de tomar el relevo. Me dije: ¡Yo, me quedo aquí!»
Azután es el pueblo de su infancia. Siempre ha ido al pueblo. Su esposa, Jesica, es de esta villa «Es otro de los motivos por los que estoy aquí», revela.
Antes de irse a trabajar a Azután, los últimos cinco años estuvo trabajando en Guinea Ecuatorial, en una empresa de un tío suyo. Cinco años en una selva… tenía ya claro que a Madrid o a una ciudad no quería volver. «Y hacía falta hacerse cargo de esto (Azután) para no perderlo, eso y lo de mi mujer, que es de aquí…» dicho y hecho.
¡Qué cambios!
¡Qué cambios! En Madrid y Manchester trabajaba en empresas de publicidad; en Guinea estuvo en una empresa dedicada antes al cacao, transformándose en una empresa de jardinería. Al dominar Víctor el inglés, su tío le reclamó para que fuera a gestionar el contrato que tenían suscrito con los americanos.
En el campo de Azután no se aburre. «Trabajo las horas que diga el convenio… lo normal. Es la única pelea que tengo con mi mujer, que no tenemos muchos fines de semana, aunque nos cogemos algunos, pero siempre hay que estar pendiente un poco; el que tiene ganado, sabe que tiene que atenderlo», explica.

Víctor Manuel de la Cruz también cosecha cereales en Azután.
Víctor, además de ganadero, es agricultor. «Aquí no nos aburrimos», admite. Lleva muchas hectáreas de labor. Siembra sobre todo cereales (avenas y leguminosas) para obtener comida destinada al ganado, llevando a cabo una especie de economía circular: «Como tengas que comprar la comida, estás apañado», afirma. Para las vacas hace una mezcla de avena con veza. «Esta última tiene mucha proteína, es una manera de no tener que recurrir a piensos comprados», afirma.
¿Quién se la enseñado a faenar en el campo? Su compañero Ángel, al que considera un familiar ya que se conocen de toda la vida: «Aprendemos todos los días uno del otro, más yo de él, es una suerte contar con él», revela.
Azután: «No se me ocurre un lugar mejor donde se puedan criar mis hijos»
«Azután es el pueblo donde me he criado y he crecido. Es el pueblo de la familia de mi madre y mis abuelos, unas personas muy especiales que siempre han sabido mantener el núcleo familiar. Surgió la oportunidad de venir y no se me ocurre un lugar mejor donde se puedan criar mis hijos, que pueden disfrutar del pueblo todos los días», concluye.