sábado, 18 de mayo de 2024
26/08/2012junio 13th, 2017

Suecia, Noruega y Dinamarca en apenas 15 días. «Imagina, nos pegamos una paliza grandísima pero, sin duda, fue el viaje del que mejor recuerdo tengo. Sí, sí… Fue mi verano más especial, el de 1999, porque era el de mi luna de miel. Gigi (Virginia), mi esposa, y yo, cuando regresamos a España nos tuvimos que ir otros 15 días a Fuerteventura para poder descansar. Desde luego, fue un verano inolvidable».


Rafa Sancho, director del Centro de Empresas de Emprendedores e Innovadores (CEEI) de Talavera, es un toledano de pro que las circunstancias de la vida le llevaron a trabajar en la ciudad de la cerámica, aunque va y viene todos los días a la capital regional. Tiene dos hijos, Rafa, de 7 años; y Pepe, de 4, que es clavadito a él. Y con ellos dos y con Gigi se van todos los años durante dos semanas a Peñíscola. «Veranos que los disfruto con ellos, porque se lo pasan en grande. Luego nos dejamos una semana para ir a La Coruña». Pero antes de casarse y ser padre…

Recuerda de forma especial el verano de 1994, cuando se fue a Perú a ver a su tío el misionero jesuita Pepe Sancho. «Iba con mi amigo Carlos Menéndez y recorrimos, durante 20 días, Lima, la selva amazónica junto a los indios, Arequipa, Cuzco, Machu Picchu… Un verano de misiones». Nunca olvidará «los rugidos de pumas y panteras que escuchábamos en la selva cuando dormíamos en una cabaña junto al río Marañón.?Le decía a mi amigo Carlos que estaba acojonado y en vez de salir fuera a orinar lo hice desde la ventana».

Y cómo no rememorar los tres veranos, un mes cada uno, que se fue hasta Estados Unidos para «hacerse» con el idioma. Estudiaba segundo y tercero de BUP y COU y le tocó Chicago, «donde estuve con una familia. Fue curioso, porque antes de partir había pedido que me integraran en una familia en la que hubiera algún chico deportista, pero mira tú por donde que me enviaron a una en la que eran tres chicas. Ja, ja, ja… Pero me fue fenomenal; todavía, después de transcurridos unos años, sigo teniendo relación con la familia Kincaid».

Entre sus andanzas recuerda, como no podía ser de otra forma, las de su infancia, junto a sus padres Rafael y Sagrario, y su hermano Carlos. «Siempre íbamos a la playa y jugábamos con el agua o hacíamos castillos de arena. Eran unas vacaciones muy especiales y entrañables». O cuando sus progenitores cumplieron las bodas de plata, 25 años de casados, «y nos invitaron a Francia, Reino Unido y Escocia».

Hasta el momento su periplo viajero no está nada mal, puesto que conoce Portugal, Hungría, Francia, Perú, Italia, Estados Unidos, Bélgica, Escocia e Inglaterra.

Vive en Bargas, pero es un ciudadano del mundo que todavía recuerda, con una sonrisa, cuando se bañó en el río Marañón, color chocolate, «y al salir nos dijeron que estaba infectado de pirañas. Ahora me río, pero allí…».

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