Que en Castilla-La Mancha, como en tantas partes de España, los festejos taurinos, sobre todos los estivales, coindiendo con las fiestas patronales, siguen siendo habituales e importantes, es algo bien sabido.
En este contexto, las plazas de toros se conforman como epicentro, la gran plaza pública de estos festejos taurino/patronales. También es lógico suponer la honda historia que tienen tras de sí estos cosos taurinos.
Lo que quizá no sea tan de dominio público es la idiosincrasia tan particular de algunas de estas plazas de toros, poseedoras de una singularidad que muchos no podrían ni imaginar.
He aquí algunos ejemplos.
Plaza de toros (cuadrada) de las Virtudes en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real)
El conjunto arquitectónico formado por la Plaza de Toros y la Ermita adyacente forma un singular espacio, creando una tipología característica de «ermita-plaza de toros», en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real).
La Plaza de Toros de las Virtudes completa este conjunto. Está fechada en 1645 y tiene planta cuadrada, concebida como una plaza urbana convertible en coso taurino, con sillería clásica. Dos de sus lados están delimitados por la ermita y una edificación anexa. Los otros dos, de dos plantas, lo forman una galería baja con pequeñas y desproporcionadas columnas de piedra, que a su vez soportan la galería superior a modo de palcos, formada por una balaustrada de madera y pies derechos con zapatas que sostienen el tejado. Esta construcción combina, por tanto, la madera de sus galerías altas con las barreras del coso de color almagre, y la piedra de las columnas del piso inferior con el aparejo de la fachada de la ermita.
Está declarada conjunto histórico desde 1981 y cuenta con un aforo aproximado de 500 personas.

La plaza de toros (cuadrada) de Santa Cruz de Mudela. Foto: Turismo Castilla-La Mancha.
Plaza de toros (hexagonal) de Almadén
La Plaza de Toros de Almadén (Ciudad Real) es un edificio que históricamente está muy vinculado a la actividad minera. Fue construido entre 1752 y 1765 a instancias del superintendente Francisco Villegas, con la intención de dar trabajo a los mineros y recaudar fondos para la construcción del Real Hospital de Mineros de San Rafael mediante la celebración de festejos taurinos.
Entre 1755 y 1757 las obras se agilizaron por el paro forzoso de obreros a causa del incendio que afectó a las minas y que duró dos años y medio.
Las obras de la plaza finalizan totalmente en 1765. Posiblemente los primeros festejos realizados en la Plaza Nueva son los referidos a octubre de 1752, cuando se lidiaron 21 toros entre los días 19, 21 y 23 de dicho mes a cargo de Pedro Campanero y Pedro Martín Zancudo.
El edificio lo componen un conjunto de 24 viviendas que se sitúan en dos plantas rodeando el coso, que está formado a su vez por dos galerías en altura, la inferior construida en arquería encalada con pilares octogonales sobre los que descansan arcos carpaneles y la superior arquitravada formada por pies derechos, zapatas y tirantes de madera. Todo el conjunto forma una manzana hexagonal.
La entrada a la plaza está formada por una portada realizada en ladrillo con un arco de medio punto rebajado con balcón superior que en el interior se corresponde con el palco de honor.

El coso taurino de Almadén o un deslumbrante hexágono. Foto: Ayuntamiento.
Plaza de toros (a mano) del Real de San Vicente (Toledo)
El municipio toledano de El Real de San Vicente lleva a cabo todos los años la construcción de su plaza de toros, de unas 60 toneladas de madera, que cada año desde finales de 1700 se levanta a mano para acoger a 2.500 personas durante los eventos taurinos que se celebran en las fiestas patronales, a mediados del mes de septiembre.
«Palo a palo», unas diez personas montan anualmente la estructura de la plaza, que se compone de unos 60.000 kilos de madera, así como de cientos de clavos, yeso para evitar que se muevan las piezas y algunas partes de hierro para dar comodidad a la gente.
Además, ciertos pilares se entierran a 50 centímetros del suelo, en los huecos de tierra que quedan tras retirar algunas baldosas.
Es un trabajo laborioso, que se hace a mano y sin planos, bajo la mirada de un alguacil con 30 años de experiencia.
Antes de la Guerra Civil se hacía todo con carros que se usaban para el transporte del grano.
Las labores se inician a finales de cada mes de julio, cuando los trabajadores sacan las maderas de unos almacenes y comienzan a instalar las puertas de los encierros, mientras que la plaza se empieza a levantar durante los primeros días de agosto, por lo que a finales de este mes queda terminada la construcción en su conjunto, que entre el tendido al sol y el de sombra alberga a unas 2.500 personas.

La plaza, de quita y pon, del Real de San Vicente. Foto: EFE/Manu Reino.
Plaza de toros de Alcalá del Júcar (Albacete) (excavada sobre la montaña)
La plaza de toros de Alcalá del Júcar (Albacete) es de finales del siglo XIX y es una de las más antiguas de España. La construcción se realizó sobre la ladera de una colina, por lo que fue necesario nivelar la superficie para su construcción mediante una base y relleno de mampostería directamente sobre la roca.
Su forma irregular la hacen única en su estilo. La construcción es en tapial y consiste en hacer un encofrado de cal, barro, cantos y paja.
El edificio de la plaza de toros parece estar excavado directamente sobre la propia montaña. Su curiosa forma llama mucho la atención, tanto cuando uno se encuentra en su interior como desde los diferentes puntos de vista, y es uno de los elementos que se puede observar desde el castillo de la localidad. Al parecer la peculiar forma se realizó con el propósito de evitar que se pudiera ver el ruedo desde el exterior y conseguir que quienes deseasen ver los espectáculos taurinos, abonasen la entrada.
La plaza de toros es visible prácticamente desde cualquier punto alto del pueblo y en especial desde el propio castillo que es el punto más alto de todo el pueblo.

El singularísimo coso taurino de Alcalá del Júcar. Foto: Wikipedia Commons.
Plaza de toros (natural) de Chequilla (Guadalajara)
De esta pequeña plaza de toros se puede decir que es una de las pocas plazas naturales, usadas desde antaño sin apenas cambios realizados por el hombre. Es así porque el recinto lo conforman distintos torreones de areniscas rojas de tamaños diversos, que forman entre sí un pequeño prado central, que hace las veces de ruedo. No obstante, no está cerrado al completo, pero sí en su mayoría, por lo que cerrar el poco espacio que queda libre entre los torreones se soluciona de manera fácil poniendo unas maderas y poco más. Tiene el honor de ser la única existente de estas características en toda España.
En cuanto a las gradas, durante las fiestas del pueblo el público se sienta en los salientes de las rocas y desde las alturas disfrutan del espectáculo de las vaquillas en pleno parque natural del Alto Tajo.