Los vecinos de los pueblos ribereños de los embalses de Entrepeñas y Buendía lo venían denunciando, los embalses están cada vez más bajos. Los últimos datos de la Confederación Hidrográfica del Tajo confirma sus denuncias, están embalsando en la cabecera del Tajo por debajo de los 400 hectómetros cúbicos de agua, es decir, se encuentran en el límite de la reserva mínima que impide trasvasar (situada en esos 400 hectómetros cúbicos, según el Memorándum sobre el Trasvase Tajo-Segura). El malestar de los vecinos por los problemas del agua provoca que aumenten las críticas al trasvase porque aquí sigue bajando los niveles de reserva y en la cuenca del Segura están al 50 por 100.
El alcalde de Sacedón (uno de los pueblos ribereños de los embales de Entrepeñas y Buendía), Francisco Pérez, sentenciaba que «el pantano parece una charca» y criticaba que siga adelante el trasvase cuando «la cabecera del Tajo se encuentra al 17 por 100 de su capacidad mientras la cuenca del Segura está al 50 por 100».
En pueblos como Chillarón, que se encuentra próximo al trasvase, llevan más de un mes abastecido por cisternas. El alcalde del municipio Julián Palomar explicaba a Encastillalamancha que «nosotros no cogemos agua del río». La localidad tiene un pozo y unos manantiales, «estos se han secado», que cuando la población crece en los meses de verano (principalmente los fines de semana) son insuficientes para abastecer a sus vecinos por lo que utilizan el servicio de cisternas de la Diputación de Guadalajara.
Los vecinos de este municipio de Guadalajara no entienden que pase casi por su puerta un trasvase y ellos no tengan agua. «La gente se cabrea», dice el alcalde.
Aseguran que este año está siendo único en muchos sentidos y denuncian que «hay una lámina de agua en el embalse de Entrepeñas», así lo indica el portavoz de la plataforma ciudadana de No al Trasvase, José Antonio Vargas, quien señala que «lo de los 400 hectómetros cúbicos establecidos en el Memorándum es de risa. No somos tontos. Ellos quieren el agua para regar los campos de golf. Tienen playa, sol y golf… Aquí, sin agua no hay trabajo».
La zona, con una gran riqueza paisajística y muy atractiva para el turismo rutal y los deportes acuáticos, está viendo como las reservas se están cancelando y «los futuros clientes se van fuera. No podemos hipotecar el futuro año tras año», se queja Vargas, quien destacaba que unas 10.000 personas viven del entorno de la ribera del Tajo.
La consejera de Fomento de Castilla-La Mancha, Elena de la Cruz, se reunió el pasado 5 de agosto con los alcaldes de los municipios ribereños. Un encuentro donde se dio a conocer la deuda de tres millones de auga trasvasada dede 2009 y donde la consejera aseguró que el Gobierno regional no va a permitir esta situación por lo que han presentado alegaciones al trasvase.
La Plataforma No al Trasvase se reunió con el presidente de la Diputación de Guadalajara, José Manuel Latre, quien garantizó el suministro de agua a los municipios que se encontrase con problemas de abastecimiento. De hecho la institución provincial, tal como explica el diputado delegado de Centros Comarcales Octavio Contreras, tiene un servicio específico de cisternas (con dos rígidas de 16.000 litros, una articulada de 36.00 y dos desmontadas que alcanzan los 11.000) para llegar a dichas localidades. Al cierre de esta información, atendían a unos 10 municipios que, principalmente, los fines de semana necesitan más agua por el aumento del número de vecinos.
Los problemas del agua durante el verano son habituales en esta zona, que convive con el trasvase Tajo-Segura. Probablemente este año está siendo una infraestructura que está causando un mayor «cabreo» entre los vecinos porque «está siendo más descarado trasvasar agua al encontranos aquí sin ella», comentaba el alcalde de Chillaron.
Tan cerca y tan lejos están del agua del río Tajo algunos municipios de esta comarca que una pregunta está en el aire: «¿Qué interés hay detrás del trasvase?». Desde la plataforma se están organizando asambleas por los municipios ribereños explicando la situación al considerar que «el trasvase es una tomadura de pelo«.