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23/08/2012junio 13th, 2017

A Manuel Madruga, secretario general de la Federación Empresarial Toledana (Fedeto), lo de viajar en vacaciones no le gusta mucho, prefiere estar con su familia y, si hay que viajar, que sea a Pontevedra, la tierra de su mujer. Es precisamente allí donde pasó el mejor verano de su vida.


Con 27 años viajó a Pontevedra casi por obligación. «Me mandó mi madre para allá porque el año anterior me había ido yo solo a Mallorca y, para que no me volviese a ir solo de vacaciones, me mandó a Pontevedra con una amiga suya», recordaba Madruga. Allí compartía amigos con la hija de la amiga de su madre y… Surgió el amor. «El 4 de agosto de 1999 conocí a una amiga de la hija de la amiga de mi madre, me pareció una persona bastante interesante y el 4 de septiembre de ese mismo año le pedí que se casase conmigo». Fue un flechazo que les llevó a casarse el día 1 de abril del año siguiente. De esto han pasado ya 10 años, ahora viven en Toledo y tienen tres niñas.

Cuando llega el verano, sus vacaciones se resumen en viajar a Pontevedra. «Seguro que soy un poquito aburrido porque no soy amigo de viajar, donde vamos es a Pontevedra, y lo que hacemos es recorrer Rías Bajas arriba y Rías Baja abajo con algún viajecito que hacemos por A Coruña, Lugo, Orense y Portugal», comentaba Madruga, quien recomienda visitar especialmente A Guardia, «un pueblo que tiene un encanto especial, con gente muy amable» y Baiona que «es un sitio precioso».

EL VERANO AZUL, EN TOLEDO

Madruga también recordará siempre su particular «verano azul». «Cuando era pequeño mi padre compró un chalet ahí en Vistahermosa para que los niños disfrutásemos lo más posible de los veranos y viajásemos lo menos posible», explicaba Madruga, quien describe los veranos de aquella época como «los de verano azul». Aunque era un grupo algo mayor que los de la serie de televisión, se juntaban unos 20 amigos cada verano, para ellos todos los días era una aventura salir a jugar por Vistahermosa.

Por aquella época eran muy pocas familias las que vivían en Vistahermosa y solían juntarse chicos de edades comprendidas entre los ocho y los 14 años. Las tardes eran para pasear en bicicletas, para organizar fiestas de disfraces o para hacer algún «guateque». «Todo aquello es un recuerdo muy bonito y entrañable y donde todos hicimos una amistad muy buena que aún mantenemos», señalaba Madruga.

Eso fue cuando era casi un niño. Con el paso de los años tuvo sus viajes con los amigos a Benidorm y Peñíscola.

Los veranos de Manuel Madruga se resumen en trabajar un poco por las mañanas para pasar después todo el día con su familia.

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