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17 picos, 17 simas 24/11/2015junio 7th, 2017

El sargento del Consorcio de Bomberos de Toledo, Carlos Flores, comenzó en julio de 2012 un proyecto único en España, que consistía en subir los 17 picos más altos del país (el más alto de cada comunidad autónoma) y bajar las 17 simas españolas más profundas. Quería acabarlo este año, pero los menos 1.600 metros de la Torca del Cerro del Cuevón en Asturias es un viaje muy ambicioso que requiere más de los dos meses que, en un principio, querían destinarle. Éste es el viaje al centro de la tierra que está realizando en España un bejarano afincado en Toledo.

Cuando Carlos Flores decidió escalar las montañas más altas de España y bajar las cuevas más profundas del país, escuchó más de una vez la palabra loco. Sonríe a recordarlo, porque decidió seguir con su proyecto y, en la actualidad, solo le queda bajar la sima más profunda de España, la de la Torca del Cerro del Cuevón en Asturias. Ni más ni menos que quiere recorrer menos 1.600 metros, para hacerse una idea del recorrido, en montaña serían 8.000. «Ahora mismo estamos haciendo 8.000», asegura este bombero bejarano, que aterrizó en Toledo tras aprobar la oposición en el año 2000. Precisamente su profesión le llevó a conocer la espeleología y, al final, «o lo rechazas totalmente porque tiene mucho esfuerzo, pasas mucho frío… o te entra la venta y no paras de hacerla», confiesa entra risas, al tiempo que asegura que «es como un veneno».


Ese veneno le ha llevado a formar un grupo de apasionados por este deporte que, verano tras verano, se reúnen para viajar al centro de la tierra o para subir y tocar casi el cielo. Carlos se encarga de coordinar el trabajo de todos, puede que coincidan o no en el tiempo, cada uno tiene una labor determinada (estamos hablando de equipos de profesionales de entre 20 ó 30 personas, depende de la zona). Y, al final, Carlos, como si de revisor del trabajo se tratase, corona la montaña o «baja a punta», es decir, hasta el final de la sima.

RÍOS, CASCADAS, LAGOS… ASÍ SE VE EL INTERIOR DE LA TIERRA

Un viaje apasionante por dentro de la tierra a través del que descubren ríos, galerías grandísimas, pequeños animalitos, lagos… porque «una cueva es un ser vivo, es una pasada», confiesa, mientras reconoce que ellos están realizando exploraciones a zonas que nadie ha descubierto, eso sí, pasando frío porque, aunque la temperatura se mantiene en cuatro o cinco grados, la humedad es tan alta que «la sensación térmica es de mucho frío«. Por delante, un inmenso silencio y una sensación de bienestar, de «estar tranquilo con la naturaleza». Todo ello acompañado por una «oscuridad absoluta. Si estás en el exterior y cierras los ojos, sientes que hay luz. Ahí abajo cierras los ojos o los abres y no hay nada de nada».

Preparación, que cada equipo sepa su función, confianza ciega en el trabajo de los demás y gran preparación mental, además de física. «Psicológicamente tienes que estar muy preparado» porque ahí abajo pasarán varios días, en una cavidad Carlos ha estado como máximo cuatro días, de ahí -insiste- el estar mentalmente concienciado porque «de menos 700 mucha gente no pasa, de esta distancia puedes salir en siete o nueve horas, pero si ya pasas a menos 1.000 ya te tienes que dedicarle un día o día y medio para salir, y eso da respeto».

ESPAÑA MONOTORIZADA PARA CONOCER EL COMPORTAMIENTO DE LOS TERREMOTOS

En España hay casi 4.000 terremotos al año. Un dato significativo que guarda una especial relación con el proyecto de Carlos Flores, ya que gracias a esta iniciativa «tenemos monitorizado todo el país». Cuando la iniciativa echó a andar, unos geólogos del Instituto Geológico y Minero de España se pusieron en contacto con él, porque «ello lo que hacen es meter sensores en cavidades para estudiar terremotos», y empezaron a colaborar aprovechando que Carlos y sus «seguidores» van a hacer «seis menos 1.000». De esta forma han conseguido monitorizar toda España. «Ellos ven las variaciones de esa zona en cuanto a temperatura y otros valores», comenta Carlos, quien reconoce que el proyecto es ambicioso precisamente por la espeleología.

Entre las anécdotas del viaje, aquella vez que vieron los restos de un lince, «estaba a menos 280 metros»; o aquella otra que estaban acercándose más a la lava porque «hay dos cuevas, la de Murcia y Valencia, que son dos fallas auténticas». Sin duda, Carlos se queda con el equipo humano que hay detrás del proyecto, personas que se han ido uniendo por el simple hecho de amar la espeleología. «Un compañero decía que esto es una fábrica de sueños», porque permite que muchos deportistas bajen a menos 1.000.

Seguirán el próximo verano con el objetivo de «coronar» un menos 1.600, el de Asturias. «En estas cavidades no te puedes meter en invierno. La de Asturias la hemos dejado para el próximo año, hay una parte de los pozos que son cascadas, que te empapas en ellas, y cuando está lloviendo no te puedes meter. En algunos están incluso llenos de nieve y se tapa en invierno, nieve que llega hasta el verano». Si el oxígeno no es un problema, porque no falta; la humedad puede serlo si se mojan, «te puede crear hipotermia» ya que «no te vas a secar en la vida». Así que, toda precaución es poca cuando comienzan el viaje.

¿Quién se apunta a descender a través de las imágenes que han ido publicado en su blog «17 picos, 17 cimas»?

Antes de comenzar el descenso van preparando todo con cuerdas, comida, gas… Así, para viajar por la más profunda de Castilla y León, «nos tiramos dos meses instalándola» y, finalmente, tardaron tres días en recorrer (bajar y subir) los 1.500 metros.

Una vez abajo están incomunicados. «En cuanto entras 20 metros para abajo ni móvil ni walkie-talkie ni nada… No hay forma de comunicarse con el exterior».

«Cuando estás ahí abajo lo que quieres es salir de ahí (ríe), pero cuando estás fuera quieres entrar», confiesa Carlos, quien explica que, aunque en el recorrido puede haber pasos estrechos, «el 90 por 100 de las cavidades son galerías grandes».

Descender en un ambiente «super hostil», en un viaje en el que «he llegado a sentir miedo», pero el miedo «es bueno, porque te mantiene alerta, hay que tener miedo muchas veces porque te mantiene concentrado«.

Y una vez que «llegas a punta, llegas a una capa impermeable, que el agua no ha podido erosionar y lo que hay es un lago grande o un sifón. Es muy bonito. Hay veces que se puede incluso bucear, el mismo sifón va erosionando la tierra y tiene una salida por otro lado». Ellos de momento no bucean, pero tampoco les hace falta para descubir los secretos del interior que hay en el interior de la tierra. Una belleza tan impresionante como la que se observa en las fotos que acompañan este reportaje y que se expondrá también en una conferencia el próximo 28 de noviembre en el Teatro de Olías del Rey (Toledo) a las 19.00 horas.

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