jueves, 25 de abril de 2024
Fue cajero, trabajó en Rumasa, de agricultor y frutero 12/07/2013junio 12th, 2017

La toledana calle Hombre de Palo, muy cercana a la Plaza del Ayuntamiento y pegada a la Catedral, en pleno centro de la capital, es el lugar en el que desde hace ocho meses pasa los días un hombre que resulta chocante a todo aquel que lo ve. Una persona bien vestida, con un aspecto cuidado, pelo canoso y gafas de pasta, pero que sin embargo está sentado en el escaparate de una farmacia con un cartel en el que hay escrito: «Necesito tu ayuda». Pero lo más llamativo en Ignacio es que se pasa todo el día leyendo libros. Siempre, a cualquier hora del día. No es el prototipo de una persona que pide en la calle. Ni mucho menos.

En el momento en que Ignacio habla con encastillalamancha.es, tiene entre las manos «Vidas secas», de Graciliano Ramos. Tiene 51 años, es de Jerez de la Frontera, aunque criado en Madrid, y cuenta que, desde que comenzó a trabajar con 12 años, ha sido entre otras cosas «cajero en el Banco Bilbao, trabajador de Rumasa, agricultor y frutero». Sin embargo, su profesión es la de camarero, y su último trabajo fue «en un hotel del Pirineo, en Navarra».


«Cuando no me alargaron el contrato, fui a buscar trabajo a Guadalajara, y como no lo encontré, vine a Toledo, porque es un sitio en el que hay mucha hostelería». Sin embargo, no ha tenido suerte, a pesar de que confiesa que «he entregado 115 curriculum». A pesar de no tener trabajo, no se plantea irse de la ciudad, ya que según él «aquí tengo amigos».

Ignacio también ha trabajado en el extranjero: «Estuve cuatro años trabajando en Suiza», comenta. Por ello se plantea «ir allí a la vendimia, y tal vez quedarme una temporada en la recogida de la patata y otras campañas».

Pide en la calle «para poder pagarme el cuarto en el que vivo» y agradece que «no tengo vicios, ni bebo ni fumo, porque si no, no me llegaría». Revela que «tengo cuatro hermanos en Madrid, y los cuatro me ofrecen casa, comida y dinero, pero yo no quiero ser una molestia».

Sobre su afición por la lectura, admite que «si no leyese me moriría de pena». «Gracias a los libros puedo concentrarme y no pensar en la vergüenza que supone estar así después de llevar trabajando toda la vida». Lee todo tipo de libros y dice que su favorito entre todos los que ha leído en estos ocho meses es «Ángel Guerra, de Benito Pérez Galdós, porque está ambientado aquí, en Toledo». Unos libros que «me presta o me regala la gente que ya me conoce, o también saco de la biblioteca».

Ignacio no pierde la esperanza de poder lograr un trabajo en Toledo y sigue atento a cualquier empleo que pueda surgir. «Aún espero que pueda haber alguna baja y me llamen de algún sitio».

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