Cocaína, hachís, marihuana, laboratorios clandestinos, «coches mula»… No faltaba de nada. Pero, por fortuna, la Guardia Civil ha acabado con ello. Es la denominada operación «Candy», que ha permitido detener a 17 integrantes de una organización criminal que se dedicaba, como bien pueden entender, al tráfico de drogas.
Los detenidos tienen edades entre los 18 y los 49 años y son de diferentes nacionalidades (españoles, colombianos y brasileños). Se les imputan un delito contra la salud pública en la modalidad de tráfico de drogas y otro de pertenencia a un grupo criminal organizado.
La investigación de los agentes comenzó en abril, una vez que aprehendieron 595 gramos de cocaína que habían sido abandonados de forma apresurada por una persona tras detectar un control de la Guardia Civil cuando iba en su coche por una vía de comunicación del término municipal de Mahora (Albacete).
Se le identificó y se supo que era un conocido distribuidor de cocaína afincado en la ciudad de Albacete. Fue detenido al final de la operación. Pero sirvió en primera instancia para comprobar que detrás había un entramado criminal compuesto por numerosas personas y relacionadas entre sí que se dedicaban a la compra, adulteración, distribución y venta de cocaína. Clan que estaba afincado en un conocido barrio de Albacete y que vendía la droga por diferentes poblaciones de la provincia.
Se valían de terceras personas para trasladar la droga, «coches mula» con dobles fondo para esconderla. Iban a Alicante e incluso a Valencia para comprar la cocaína e incluso a Barbate, en Cádiz, para obtener el hachís.
En Casas Ibáñez (Albacete) tenían un laboratorio para adulterar la cocaína y luego en Albacete se dosificaba en papelinas. La Guardia Civil descubrió que también tenían otro laboratorio en Alicante. Los «cocineros de la droga» tenían amplios conocimientos químicos y durante los meses que ha durado la investigación descubrieron el alto nivel de profesionalidad de los miembros del clan. Incluso llegaron a utilizar a menores de edad para el tránsito de la droga y eludir los controles policiales.
Dada la complejidad de la operación, los registros se hicieron de forma simultánea. Unido a que varios se realizaron en un conflictivo barrio de Albacete, se utilizaron medidas especiales de seguridad y personal capacitado en intervenciones operativas y control de masas, empleando a nada menos que 70 agentes de la Guardia Civil de diferentes unidades.
Las viviendas donde entraron tenían medidas extremas de seguridad, como puertas acorazadas, medidas de fortificación para imposibilitar o retardar el acceso policial, construcción de vías alternativas para ocultar la droga e incluso un circuito cerrado de televisión con cámaras de video vigilancia para controlar el acceso y las calles colindantes.
Se realizaron 12 registros y se incautaron más de tres kilos de cocaína de gran pureza, numeroso fármacos, tres kilos y medio de marihuana, dos kilos de hachís, anfetaminas, munición real, un arma corta simulada, 22.000 euros, cinco turismos de gama media alta y dos ciclomotores.