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08/11/2011junio 14th, 2017

Fue sorprendido con las manos prácticamente en la masa y después de un arduo trabajo del Área de Investigación del puesto de Illescas de la Guardia Civil. Pero se acabó su aventura española, porque el detenido es un italiano de 33 años, que responde a las iniciales O.R. y a quien se acusa de practicar el cash trapping en cajeros de diferentes entidades bancarias, tal y como pudo saber encastillalamancha.es.

¿Y qué es el cash trapping? Pues una nueva modalidad de robo que pueden encuadrarse en el apartado de timos y estafas. Hace apenas un mes se dio un caso en la Comunidad de Madrid y, casualmente, apenas unas semanas después ha traspasado la frontera entre autonomías. Y, además, tuvo lugar en la parte norte de la provincia de Toledo. Es cash trapping consiste en «alterar» el funcionamiento de las ranuras de los cajeros automáticos que dispensan dinero colocando una pieza metálica igual a la que tiene el cajero pero impregnada de algún tipo de pegamento o silicona que impide que los billetes requeridos por el cliente salgan por la ranura.


Lo que provoca que piensen que el cajero está mal y que no le van a contabilizar la operación porque, supuestamente, no le ha dispensado los billetes requeridos. Pero no es así, como es obvio. Demasiado sencillo para ser cierto. Acto seguido entra en el cajero el autor del desaguisado, desactiva la trampa que ha colocado, se lleva los billetes y tan contento. Tan contento él, porque los clientes estafados comprueban cómo al cabo de las horas su entidad bancaria les pasa la notificación de que, efectivamente, han realizado la operación de sacar dinero y además se lo han llevado, cuando no es así porque ellos piensan que el dinero se ha quedado dentro.

EL AVISO DE UN CLIENTE HIZO SALTAR LAS ALARMAS

Fue precisamente un cliente quien dio aviso a su oficina bancaria de la localidad toledana de Yuncos de que algo raro sucedía después de que en dos ocasiones intentara sacar dinero y no le fuera posible. Por lo que un técnico comprobó qué podía ocurrir y descubrieron que alguien había colocado una chapa metálica a la que habían untado de una especie de pegamento, lo que impedía que el dispensador sacara los billetes al exterior. Si la entidad descubrió hasta tres casos similares, la Guardia Civil, que ya había sido alertada, comprobó que se habían producido algunos hechos idénticos en la citada población y en Illescas.

Y ahí se inició la ardua investigación de la Guardia Civil, ya que lo único que podían hacer era apostarse frente a entidades que no contaban con cámara de seguridad (eran las que elegía el detenido) y esperar. Durante horas y horas hasta que el individuo se decidiera a actuar de nuevo. La espera mereció la pena, porque el 28 de octubre, tal y como pudo conocer encastillalamancha.es, a las nueve de la noche comprobaron cómo una persona, en Yuncos, entraba en un cajero y lo manipulaba. Acto seguido se iba del lugar para volver dos horas después y llevarse el botín que hubiera dejado algún incauto que, como es obvio, no sabía que le estaban robando de la forma más natural posible.

Por lo que fue sorprendido con las manos en la masa. Portaba un destornillados y pegamento. No pudo decir nada para defenderse, las cosas estaban más que claras. En total, los agentes calculan que han podido ser 10 personas las perjudicadas, mientras que el total de lo estafado podría ascender a 1.000 euros. Que podría haber sido más de no haber actuado y resuelto la Guardia Civil a tiempo.

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