De la persecución a la legalización. En el último medio siglo, el colectivo LGTBI+ ha recorrido un camino de lucha incansable y valiente. Las personas homosexuales pasaron de ser consideradas una amenaza social en 1975 a reconocérselas plenamente su derecho a amar, casarse y formar una familia.
Una auténtica revolución arcoíris que convirtió a España en el tercer país del mundo en legalizar el matrimonio igualitario y el primero en facilitar la adopción de menores a personas del mismo sexo. Un hito histórico hacia la igualdad que cumple 20 años.
La ley 13/2005 se aprobaba el 1 de julio de 2005. Al frente del Gobierno español se encontraba José Luis Rodríguez Zapatero, que junto al concejal madrileño y legendario activista Pedro Zerolo fueron los principales impulsores de una ley que desencadenó un cambio social de enorme trascendencia.
Aunque contó con el respaldo de las formaciones de izquierda, el camino no fue sencillo. El Partido Popular y Unió Democràtica de Catalunya se opusieron firmemente, al igual que la Iglesia católica, que organizó una multitudinaria manifestación contra la ley.
Al colectivo LGTBI y al propio PSOE pertenece el alcalde de un pequeño pueblo de Guadalajara, Campillo de Ranas. Desde este municipio de apenas 150 habitantes, Francisco Maroto lideró el movimiento de tolerancia, convirtiéndose en uno de los primeros alcaldes de España en oficiar bodas entre personas del mismo sexo.
Un referente mundial para el colectivo: más de 400 bodas homosexuales
Maroto aún lo recuerda con emoción. Desde el Congreso y acompañado del que más tarde sería su marido, vivió en primera persona ese momento. En su memoria estaban los cientos de personas que se «quedaron en el camino» sin poder ver conquistados sus derechos.
Hace 20 años este alcalde no dudo ni un segundo en decir «sí, quiero» a oficiar bodas de parejas homosexuales. Una decisión que, según ha explicado a ENCLM, surgió de un acto militante: «Varios alcaldes se postularon diciendo que ellos iban a objetar si se aprobaba la ley. Me vi obligado a salir y decir yo si voy a casar».
Desde entonces, más de 400 bodas son las que ha oficiado este alcalde que va por su sexta legislatura. ¿El primer matrimonio? Maroto recuerda con cariño sus nombres: Alex y Santiago se casaron en un día que está marcado en el calendario de este pueblo, cuyos vecinos acudieron al salón de actos por el temor de un posible boicot a la boda. Un ejemplo de tolerancia desde un rincón de la España vaciada en un momento convulso.
«Lo que más distingue a Campillo siempre fue ser un pueblo tolerante, donde se tiene muy claro lo que es la diversidad y la libertad» contaba con orgullo Maroto.
Las bodas homosexuales llegaron a ser el 70% de las que se oficiaban en Campillo. Hasta allí se han desplazado personas de Argentina, Islandia, Noruega, Italia o Japón. Cientos de historias que convirtieron a esta localidad en referente LGTBI a nivel mundial.
En la actualidad, Maroto confiesa que la cifra de bodas se ha rebajado al 10% al verse con naturalidad la unión entre personas del mismo sexo.
Campillo de Ranas, Guadalajara, Foto: turismocastillalamancha.es.
Un revulsivo para la economía de un pueblo rural
Sin embargo, lo que comenzó como una pequeña iniciativa se ha transformado en una industria que ha revitalizado la vida de este pequeño pueblo rural.
El impacto de estas bodas trascendió de lo meramente simbólico. La celebración de ceremonias dio un nuevo impulso económico a Campillo de Ranas, convirtiéndolo en un imán para turistas y visitantes de todo el país. Durante estos 20 años, la localidad ha pasado de tener una casa rural a 19 y cinco restaurantes. «Ha dado trabajo y prosperidad», afirmaba el alcalde.
Un pueblo que se ha revitalizado gracias al constante flujo de parejas que eligen este rincón singular de la Sierra Norte de Guadalajara para darse el «sí quiero».
La visibilidad, una «lucha pendiente» del colectivo LGTBI
Los discursos de odio hacia las personas homosexuales vuelven a resonar. Más dañinos y amplificados. Una homofobia que vuelve al lenguaje político de la mano del partido de Abascal y que está latente en ayuntamientos y gobiernos autonómicos dirigidos por los partidos de PP y Vox que ocultan la bandera arcoíris.
Y es que han sido muchas las veces en las que la formación de extrema derecha ha dejado claro que no consideran matrimonio al formado entre personas del mismo sexo y abogan por la defensa de la «familia natural» que, para ellos, únicamente es la formada por un hombre y una mujer.
Ante este discurso, el alcalde de Campillo pone el foco en el reto de la visibilidad del colectivo. Su mensaje no va dirigido a las formaciones con discursos homófobos, sino a las personas LGTBI, a las que anima a votar para no permitir su entrada en los gobiernos.
«Hay que ser conscientes de lo que se nos viene. Si dejamos que ese discurso cale, la gente lo votará. Hay que destaparlo».
Pasados veinte años de que España aprobara el matrimonio igualitario, el alcalde de Campillo sigue reclamando que el propio colectivo normalice su orientación sexual sin miedo. Para Maroto, la visibilidad es una «lucha pendiente» del colectivo LGTBI: «Hay que hacerse visible, cueste lo que cueste, porque más vale morir de pie que vivir toda la vida de rodillas».
Una visibilidad que se volverá a poner en valor este 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGTBI, en el que miles de personas saldrán a la calle diciendo «sí» a seguir luchando por cada derecho conquistado
