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viernes, 29 de marzo de 2024
cooperativa social Abono Café, en Toledo - 06 julio 2019

De ocho de la mañana a cuatro de la tarde, 17 jóvenes con discapacidad se afanan de lunes a viernes por sacar adelante, siempre con la ilusión por delante, un proyecto empresarial novedoso. Todos son trabajadores -nueve de ellos también socios- de la cooperativa social «Abono Café» que ha surgido en el seno del Servicio de Capacitación Cecap Toledo para producir abono ecológico.

Haciendo frente a las bajas temperaturas del invierno y a las olas de calor del verano, en una parcela cedida por el Ayuntamiento en el Polígono Industrial de Toledo y bajo el techo de un amplio habitáculo hecho por ellos mismos y sus familias a base de estructuras metálicas, estos jóvenes (Ana Briones, Beatriz Martín, Borja López, Elena Alonso, Ignacio González, Irene Rodríguez, Isabel García-Sánchez, Javier Puñal, Pedro Díaz, Alejandro Muñoz, Ángel Fernández, Mar Martínez, Marta López, Melisa López, Míriam Castañeda, Óscar Montalbo y Sonia) dedican la jornada laboral a cribar los posos de café que previamente han ido a recoger a bares de Santa Teresa, Polígono, Casco y Santa Bárbara. Una vez limpio el café, este se mezcla con agua y paja para, a continuación, depositarlo sobre una gran bañera llena de 50.000 lombrices californianas, que serán las que -a través de sus heces- conviertan el café en abono ecológico.


[ze_image id=»323547″ caption=»Algunos de los trabajadores y socios de la cooperativa.» type=»break_limited» src=»http://ecmadm.encastillalamancha.es/wp-content/uploads/2019/06/Abono_cafe_20190626676.jpg» urlVideo=»» typeVideo=»» ]

 

Este producto tiene ya un primer cliente: el Museo del Greco. No obstante, el objetivo último va más allá: hacer de «Abono Café» una empresa rentable dedicada a la venta de este valioso fertilizante y una forma de autoempleo para los miembros del proyecto. Esteban Galindo, técnico de Inclusión Socio-Laboral en Cecap, explicaba a encastillalamancha.es que -según los cálculos de la organización- esto será posible dentro de tres años.

Hasta entonces, al margen de los resultados económicos, lo que ya constatan desde Cecap es la mejora en capacitación que han tenido estos chicos y chicas, «madurando tanto profesional como personalmente», añadía Esteban, quien ponía el acento en la elevada tasa de paro que afecta a las personas con discapacidad.

Ahora tienen la oportunidad de valerse por sí mismos, mediante el autoempleo, una oportunidad que no quieren dejar pasar y para la que este año están recibiendo ayudas.

Cecap y su incubadora de emprendimiento inclusivo

Cecap ha sido la primera asociación de Castilla-La Mancha en poner en marcha una incubadora de emprendimiento inclusivo, esto es, una lanzadera de proyectos de emprendimiento social que tiene a las personas con discapacidad como protagonistas. En esta Social Business Factory los participantes pasan por diferentes fases. La primera de ellas es un itinerario formativo en el que aprenden a cómo llevar una empresa, como hacerla viable, como trabajar en equipo… La siguiente tiene que ver con la capacitación de los componentes y la última sería la fase de testeo, aquella en la que se prueba la capacidad productiva de la empresa, se analiza si es rentable, cuántos compradores serían necesarios… Es en este tercer momento en el que -después de tres años desde sus comienzos- se encuentra la cooperativa «Abono Café», el primer proyecto además que sale de la Social Business Factory de Cecap Toledo.

Fruto de ese testeo, sus componentes ya estudian cómo diversificar el negocio del abono ecológico a partir del café y las lombrices californianas. Cultivar setas para vender a restaurantes y emplear los bagajos resultantes de la elaboración de cerveza como alimento de las lombrices en lugar del café son algunas de las alternativas que barajan y que quieren experimentar.

Ana, Beatriz, Nacho… orgullosos de su primer contrato de trabajo

Para la mayoría de los integrantes de «Abono Café» este es su primer contrato de trabajo. Después de realizar prácticas en empresas y de probar suerte en diferentes sectores, Ana y Beatriz contaban que, por fin, tienen un sueldo a final de mes. La primera -una joven de 29 años que vive en el Polígono- está más que contenta con este empleo y con el ambiente entre los compañeros ya que «somos como una familia». «Nunca hay que decir que no se puede», afirmaba. Beatriz afronta con este mismo convencimiento el futuro de la cooperativa. Está segura de que saldrá adelante y de que podrá ganarse la vida gracias a ella.

Ambas coinciden en afirmar que lo hecho en esta parcela del Polígono es fruto también del trabajo de sus familias. Cuando cedió este suelo el Ayuntamiento, eran unos terrenos llenos de matorrales y chatarra. Arrancaba un duro trabajo para acondicionar la zona y levantar de forma totalmente artesanal la infraestructura en la que se produce el abono.

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