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sábado, 27 de abril de 2024
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El conquense ingresado tras haber sufrido un accidente en el año 2017 por una zambullida. Foto de Jaime Martínez.
Un final "dulce" - 09 julio 2022 - Castilla-La Mancha

A veces cumplir un sueño puede salirnos muy caro. Esto es lo que le ocurrió, en una noche de playa durante sus vacaciones, al conquense Jaime Martínez Fuentes: un chico que, con tan solo 19 años, experimentó como se nos puede escapar la vida de las manos por una imprudencia.

Aquella noche, en el año 2017, Jaime con el propósito de cumplir el deseo de bañarse en el mar a la luz de la luna y acompañado de sus amigos, se zambulló en una ola, como en otras muchas ocasiones había hecho, pero esta vez con un fatal desenlace: su cabeza golpeó contra una duna de arena.


A partir de ese momento, el conquense admite «morir en aquella orilla«, a la que fue trasladado sin poder mover el cuerpo de cuello para abajo. Una situación que define como «traumática«, al no saber que le estaba sucediendo.

Un incierto pronóstico

Una vez trasladado al Hospital Clínico Universitario de Valencia fue donde Jaime recibe el peor pronóstico que podía recibir: lesión medular completa, una tetraplejia en nivel C4 y C5.

Tras pasar más de 20 días en este hospital, fue trasladado al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde por fortuna y tras una serie de pruebas el diagnostico cambió, paso de ser una lesión completa a incompleta.

Este tipo de lesiones medulares, tal y como nos explica a encastillalamancha.es el jefe del Servicio de Rehabilitación del hospital, el doctor Ángel Gil Agudo, pueden ser completas o incompletas, es decir, que «se producen en una sección completa de la médula o no, esa es la variabilidad»

«Cuando hablamos de lesiones completas, hablamos de lesiones más graves porque no hay nada de recuperación de movilidad por debajo del nivel de la lesión y es incompleta si hay algo de movilidad y el pronóstico también es mejor».

«25 meses muy duros » con un final «dulce»

Durante su estancia en el hospital de Toledo, tuvo que hacer frente a diversas intervenciones por una escara que se le había producido en el anterior hospital. En la primera de ellas tuvo un fallo multiorgánico, que hizo que la rehabilitación se alargara hasta cerca de los 10 meses.

En ese proceso de curación, Jaime empezó a recuperar un poco de movilidad en los brazos, pecho y piernas. Una vez consiguió levantarse de la cama, pudo comenzar la rehabilitación con los fisioterapeutas y terapeutas.

Según nos aclara el doctor Gil las lesiones incompletas, como la que tiene nuestro protagonista, tienen un margen mayor de recuperación, y el proceso puede prolongarse hasta que la persona se estabilice, un periodo de tiempo que puede alcanzar hasta el año y medio.

Mientras que, en lesiones completas, el pronostico es «muy grave» y no existe esa margen de recuperación. En estos casos, el hospital lleva a cabo un proceso, no tanto para que «aparezcan nuevos movimientos, sino para conseguir una educación completa, y la incorporación del paciente a su nueva situación», que puede llevar entre 7 y 8 meses.

«Fue un proceso largo pero muy sencillo, porque los profesionales que estaban allí lo hicieron lo más cómodo posible», admite Martínez.

En total, 25 meses «muy largos y duros» pero con un resultado «dulce», un final que «no fue amargo» como, por desgracia, en muchos otros casos.

«De cabeza NO», pero «con cabeza SÍ» se puede evitar

La campaña que el propio hospital ha lanzando este verano nos advierte que «Con cabeza SÍ» podemos evitar un trágico desenlace por zambullida.

Para ello, el doctor informa que lo primero y fundamental que hay que hacer es comprobar la profundidad del agua cuando nos vamos a tirar, incluso cuando conozcamos el entorno.

«Son superficies que pueden cambiar por las corrientes, las cuales pueden desplazar rocas, ramas o cualquier objeto que modifica la profundidad del suelo».

Una vez comprobado, la técnica tiene que ser adecuada: hay que lanzarse con los dos brazos extendidos hacia delante, y con la cabeza alojada entre los brazos. De tal manera que, en el caso de que contactemos con algo, sean los miembros superiores lo primero que contacte y no la cabeza.

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Ángel Gil, jefe del Servicio de Rehabilitación del Hospital Nacional de Parapléjicos. Foto: Rebeca Arango.

Una labor integral con apoyo emocional

Gil señala que su «labor integral» es una de la señas de identidad de este hospital nacional, donde, además de trabajar los aspectos físicos con rehabilitación motora, es «muy importante» trabajar la parte emocional para que los pacientes puedan afrontar las lesiones.

Para ello, el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo cuenta con un grupo muy importante de psicólogos y una psiquiatra que aborda estas cuestiones de manera específica, porque el afrontamiento de «un cambio tan tremendo y tan repentino en la vida de una persona» hay que hacerlo apoyado por profesionales.

Jaime también cree que el apoyo emocional, tanto de la familia, amigos y profesionales del hospital fue clave durante su recuperación. La ayuda de especialistas que ,»a veces nos produce miedo nombrar» como psicólogos o psiquiatras, es «vital», confiesa.

El trabajo «a la sombra» de ASPAYM

En el proceso de interiorización tras el alta hospitalaria, la labor de tutelaje y seguimiento de movimientos asociativos como ASPAYM «va a condicionar el porvenir, el futuro y el pronóstico de estas lesiones», reconoce el doctor.

Por su parte, el conquense reclama visibilidad para estas organizaciones que «muchas veces están a la sombra», y por el contrario, «gracias a ellos, nos sentimos valorados».

ASPAYM trata de dar «todo»: apoyo, experiencia e inserción laboral y social.

«Vivir y disfrutar con prudencia»

Ahora llega una de la época donde se producen más ingresos por lesión medular en el hospital de parapléjicos.  Según nos explica el doctor Gil Agudo, entre 8 y 10 personas ingresan cada año en el hospital como consecuencia de una zambullida. Una lesión asociada a la juventud, y probablemente al sexo masculino.

Una juventud «osada y atrevida, que desconoce el peligro» afirma Gil Agudo, quien llama a la prudencia, porque «no por hacer un acto más valiente, uno va a ser mejor».

Jaime lo ha experimentado de primera mano, y reconoce que el ha tenido la suerte de haber tenido una segunda oportunidad. El cree que la vida hay que disfrutarla, pero «siempre con prudencia, pensando las consecuencias que tienen nuestros actos».

Además este tipo de actuaciones tan peligrosas, no solo condicionan la vida de la persona que sufre el accidente, sino la de sus familiares: «la vida es muy bonita, pero hay que pensar lo que hacemos, no solo por nosotros, sino por los que nos quieren».

Investigaciones que aportan luz a las lesiones medulares

El Hospital Nacional de Parapléjicos está asistiendo a novedades en el ámbito de nuevos tratamientos de lesión medular, una serie de trabajos y de líneas de investigación «muy esperanzadoras«.

Uno de estos tratamientos son ensayos clínicos con terapia celular, que aunque no se encuentran en una situación de ser aplicados de manera rutinaria a todos los pacientes, están a la espera de sus resultados, los cuales creen que serán «esperanzadores«.

También nos comenta que la terapia de tipo robótica está dando buenos resultados, una terapia que no actúa tanto sobre la lesión, sino sobre las consecuencias de ellas.

En definitiva, nuevas investigaciones que pueden aportar luz para aquellos pacientes como Jaime, que tras una desafortunada noche, la vida le dio una segunda oportunidad.

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