Las experiencias de oleoturismo van extendiéndose más allá de los principales países productores, bajo la promesa de aumentar la renta de los pequeños agricultores, pero con desafíos como la falta de estructuras y la estacionalidad.
Se trata de una actividad que se está desarrollando a nivel mundial -y no solo en la cuenca mediterránea- como una forma de desarrollar el sector oleícola, promover su calidad y acercar la información al consumidor, ha explicado a EFE el director ejecutivo adjunto del Consejo Oleícola Internacional (COI), Abderraouf Laajimi.
«Es un modelo de turismo que garantiza la sostenibilidad desde el punto de vista productivo, medioambiental, social y económico», ha precisado, al tiempo que ha destacado la importancia de transmitir la excelencia del aceite de oliva virgen extra (AOVE) y la cultura del olivo.
Oleoturismo en Castilla-La Mancha
Entre olivares centenarios, almazaras históricas y catas sensoriales, Castilla-La Mancha impulsa el oleoturismo como una vía para diversificar su economía y poner en valor uno de sus productos más emblemáticos: el aceite de oliva virgen extra.
450.000 hectáreas de olivar
Castilla-La Mancha es una tierra marcada por el paisaje del olivar. Con más de 450.000 hectáreas dedicadas a este cultivo y una producción que la sitúa entre las principales regiones olivareras de España, la comunidad autónoma ha encontrado en el oleoturismo una oportunidad para unir tradición, gastronomía y turismo sostenible.
Esta modalidad turística, en pleno crecimiento, permite al visitante conocer de primera mano el proceso de elaboración del aceite de oliva, su cultura y su importancia económica y social.
El oleoturismo va mucho más allá de una simple visita a una almazara. En las cinco provincias (Toledo, Ciudad Real, Albacete, Cuenca y Guadalajara) cooperativas y productores privados abren sus puertas para mostrar desde la recolección de la aceituna hasta la extracción del aceite. A ello se suman catas guiadas, talleres de maridaje, rutas por olivares centenarios y experiencias gastronómicas que conectan el producto con la cocina local.
Uno de los grandes atractivos del oleoturismo en Castilla-La Mancha es la diversidad de variedades de aceituna, como la cornicabra —seña de identidad de la Denominación de Origen Montes de Toledo—, la picual, la arbequina o la hojiblanca.
Además de su valor turístico, el oleoturismo se ha convertido en una herramienta clave para el desarrollo rural. Muchas de las experiencias se desarrollan en municipios pequeños, donde el turismo ligado al aceite contribuye a generar empleo, fijar población y reforzar el orgullo por el patrimonio local.
Perfil del oleoturista
El perfil del oleoturista es variado: desde viajeros nacionales interesados en la gastronomía hasta turistas internacionales que buscan experiencias auténticas ligadas al producto y al territorio. Para muchos, el aceite de oliva deja de ser un ingrediente cotidiano para convertirse en una historia que se puede oler, saborear y comprender en su lugar de origen.