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26/03/2012junio 13th, 2017
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Sin prisa, pero sin pausa, viene una nueva electoral por el camino. No es lo más urgente, porque no hace falta hasta las próximas elecciones autonómicas, pero es de esos asuntos vitales que si no se resuelve ahora es muy difícil que se arregle al final de la legislatura, cuando los nervios se apoderan de los partidos y los candidatos y los negociadores pasan a mejor vida.

El caso es que a la chita callando PP y PSOE se han ido viendo discretamente y hablando de la nueva ley, sobre la que no hay todavía una decisión tomada, ni mucho menos una opinión unánime, ni siquiera en cada partido.


En sus declaraciones públicas al respecto María Dolores de Cospedal se ha mostrado partidaria de contar con una ley al estilo de la del Estado, que implica un número fijo de escaños por provincia y el resto en función de la población, con un mecanismo automático de reasignación directa si ésta sube o baja con los años.

Ese es el modelo lógico y el que parece que va a prevalecer. No hay otro camino en el ámbito de la decencia política. Ya se sabe que para el Tribunal Constitucional nuestra actual ley electoral se ajusta a derecho, que debe ser a lo único a lo que se ajuste, porque no le caben más calificativos positivos. La que tenemos ahora es caprichosa, injusta y aprobada por un solo partido, el PSOE de José María Barreda, pensada para que ganara las elecciones que él solo no podía. Al final, ni con la ley.

Es deseable que esa enseñanza previa esté en la mesa negociadora. No hay ley que garantice derrotas ni victorias. Son los ciudadanos, no las leyes, los que deciden en qué tejado cae la pelota.

Por lo que hemos podido sonsacar, la discusión de momento está en otros frentes previos: qué provincias se dejan pares, cuáles impares y qué numero de escaños definitivos tiene el parlamento. Ahora son 49, pero el Estatuto de Autonomía vigente admite hasta 59, siempre atendiendo a la proporcionalidad que debe haber entre número de habitantes de una provincia y cantidad de escaños que le corresponden en el Parlamento regional.

De momento parece que Ciudad Real, la única provincia impar en estos momentos, va a ser par. Es decir, que salvo cataclismos electorales (como el de 2011 en Guadalajara), gane quien gane las elecciones en la provincia el número de escaños que se llevarían PP y PSOE sería el mismo.

Habría que dejar par otra provincia y sobre eso no hay acuerdo. Dicen que el PP apuesta por Albacete pero que el PSOE no lo tiene nada claro, ya que consideran que es una provincia donde pueden recuperar mucho terreno.

Más claro está que Toledo, Guadalajara y Cuenca serán circunscripciones impares, una buena noticia para Cuenca, que volverá a existir electoralmente hablando y para los habitantes y los dirigentes provinciales de los dos partidos, que ganarían en importancia.

Otro punto de discusión es el número total de parlamentarios que tendrá Castilla-La Mancha a partir de 2015. Dicen que el secretario general del PP y presidente de las Cortes, Vicente Tirado, es partidario de reducirlos, pero para eso habría que reformar el Estatuto de Autonomía y eso implica llevarlo al Congreso, porque es una ley orgánica. Eso, como poco.

De todas maneras, como decía, las cuentas las echan los ciudadanos y esos no son esquivables con ninguna ley. 

LA FOTO DE LA DISCORDIA

Mientras unos echan cuentas, otros comentan foto. La del secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, con el «nuevo» jefe de filas de los socialistas de Ciudad Real, José Manuel Caballero, ha dado mucho que hablar.

Page no pudo clausurar el congreso de Caballero porque se encontraba en Israel atendiendo sus obligaciones como alcalde y le ha hecho una visita hace unos días.

Tengo para mí que si en vez de ganar Page las elecciones y perderlas Barreda hubiera sido al revés, el alcalde de Toledo estaría hoy muerto. Y el otro de la foto sería su verdugo. Y algo parecido podría haber ocurrido si el congreso federal se lo hubiera llevado Carmen Chacón en vez de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Pero Page ha preferido dar una oportunidad a quienes iban a por él y los suyos. Se ha impuesto eso que se llama la lógica de los partidos y que para el resto de los ciudadanos no tiene nada de lógico. Supongo que sabe que se arrepentirá, pero que puede pagar el precio. Más vale que tenga razón.

Si alguno de esa estirpe volviera a ocupar el poder, en algún lugar, en algún momento, no serán muchos los que queden para contarlo.

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