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14/05/2012junio 13th, 2017
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La obra de José Mará Barreda da para mucho. Es una herencia envenenada que tiene dos destinatarios fundamentales, sus dos sucesores: Cospedal en la Junta y Page en el Partido Socialista. La herencia es una especie de maldición faraónica, como los gastos de los últimos años, que atrapa y daña a quien ose venir detrás y entrar en su morada. 

Su sucesora en la presidencia de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, ha recibido una región arruinada, con una economía que los años locos hicieron aún más dependiente del presupuesto público en vez de haber ido soltando lastre cuando el PIB era un concepto aún desconocido por la mayoría y que iba creciendo todos los años. 


De su herencia económica se ha hablado mucho y mucho que queda por hablar. Las huellas de los excesos y la falta de control son tantas que ningún político que las heredara se contendría de enseñarlas, a no ser que pertenecieran a alguien del mismo partido, claro.

El sucesor de Barreda en el partido, Emiliano García-Page, el nuevo secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, no lo tiene mucho más fácil, en términos políticos, que la presidenta de la Junta en el terreno económico.

De la herencia política de Barreda se ha hablado menos, pero está también envenenada porque incluye como lote sucesorio un puñado de hombres que fueron los responsales de la peor cosecha socialista en todas las elecciones que afrontaron, los autores de la fracturación del partido en provincias, los protagonistas de la época del terror, en la que protestar o disentir era elegir entre la bolsa o la vida.

LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO QUE VAN A LA DERIVA

Muy alejados del talante moderado que practica y quiere extender Page, de su política de cercanía, oídos abiertos y suelas gastadas, al líder socialista castellano-manchego le quedan aún por limpiar restos del naufragio, que van sin rumbo, a la deriva, impiden reconstuir el barco, dificultan el avance y recuerdan lo peor de la peor travesía del PSOE castellano-manchego.

Esos restos están en el partido y en el parlamento, punta de lanza y buque insignia de la oposición a Cospedal. Si el PSOE quiere recuperar imagen y que ésta se corresponda con la de su líder no puede convertir cada Pleno en una bronca. 

Ya es bastante complicado hacer oposición con exconsejeros y exjefes, porque su dicurso les lleva a defender su gestión en vez de controlar la acción del nuevo Gobierno como para convertir cada sesión en un espectáculo.

Y el nuevo Ejecutivo, viendo a los «ex» tan cerca y tan arriba en el escalafón, no se resiste a seguir tirando de la manta y señalando con el dedo acusador a quienes dejaron a esta región como la comunidad autónoma con más déficit de España y probablemente al borde de la intervención por el Estado si su presidenta no fuera quien es en el PP.

Si, además, a los «ex» les gusta más vocear que parlamentar; provocar que saber estar; y se sienten más cómodos con los modales de un pandillero que con los de un parlamentario… Muchos kilómetros se tendrá que hacer Page cada semana para borrar la imagen macarra que dejen en las Cortes sus diputados.

La última tuvo como protagonista a José Manuel Caballero, que si cuando era secretario de Organización del PSOE se comportaba, no como un general, sino como un sargento (pongan ustedes el adjetivo que piensen que le corresponde), imagínense ahora que es uno más porque Page optó finalmene porque no fuera uno menos, como le pedían buena parte de su personal de confianza.

Si el líder socialista se empeña en dejar actuar a este diputado con modales de pandillero y al que le gusta ponerse chulo, sus impulsos acabarán encontrando eco en el Grupo, donde los diputados socialistas reciben una semana sí y otra también los embites inmisericordes del PP -la tortilla se ha dado la vuelta- y acaban muchas sesiones con el cuerpo pidiendo guerra.

COMO REPETIDORES TORPES Y RESENTIDOS

Supongo que no tardarán mucho en reaccionar Page y su número dos, Jesús Fernández Vaquero, a quien le toca imponer el nuevo estilo entre los alumnos destacados de la vieja escuela, que se comportan como esos repetidores torpes y resentidos por el suspenso, cuyo único objetivo en la clase era montarla con sus desmanes desde las últimas filas de la clase.

No es un problema menor, aunque sea el menor de los problemas a los que tiene que enfrentarse el secretario general de los socialistas y alcalde de Toledo.

Como responsable del PSOE ha heredado un partido sin poder y con minas dentro.

Como jefe de la oposición tiene enfrente al PP más poderoso de la historia autonómica, dispuesto a cobrarse algunas afrentas del pasado y poco decidido a pactar.

Como alcalde de Toledo es el destinatario de los peores dardos del Ejecutivo, se vean o no. 

Solo le faltaba que algunos de los suyos, los más visibles y televisados, den la nota.

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