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sábado, 27 de abril de 2024
POLÉMICAS TRAS EL ATENTADO DE BARCELONA - 24 agosto 2017
Agustín Yanel Agustín Yanel

Hay que ser muy miserable, o tener un odio enfermizo hacia quienes no comparten tus ideas políticas o religiosas, para acusar a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de haber «allanado» el camino a los terroristas que cometieron el terrible atentado en Las Ramblas de la capital catalana, porque no había ordenado colocar bolardos o grandes maceteros para impedir la posibilidad de que un vehículo pudiera entrar a la zona para peatones de ese paseo. Hay que ser eso o, simplemente, alguien a quien se le calienta la boca y dice lo primero que se le viene a la cabeza sin pensar lo que está diciendo.

Los ganaderos del sector ovino saben muy bien que no se deben cruzar las ovejas churras con las merinas. Porque las primeras dan carne y leche muy buenas mientras las segundas producen la mejor lana, pero mezclándolas empeoraría la carne, la leche y la lana.


No mezclar churras con merinas

En el caso del atentado de Barcelona hay quien está mezclando churras con merinas: quienes aprovechan para descalificar a todos los islamistas -tan respetables, en general, como los cristianos o los budistas- y, de paso, a la llegada de ciudadanos extranjeros; quienes hacen el ridículo al pedir que el rey no acuda a la manifestación de Barcelona; quienes acusan al Gobierno catalán de utilizar este atentado para demostrar al mundo entero que está preparado para ser un estado independiente de España, o quienes lanzan por las redes sociales escritos anónimos con afirmaciones supuestamente ciertas cuando la verdad es que contienen unas cuantas estupideces, disparates y falsedades mezcladas con alguna verdad.

Si se comprueba que ha habido fallos de coordinación entre los Mossos d’Esquadra -la policía autonómica catalana- y la Policía Nacional o la Guardia Civil, hay que denunciarlo, criticarlo y buscar soluciones para que no se repita. Si se demuestra que se produjeron errores en las primeras horas, tras la explosión del chalé que utilizaban los terroristas en Alcanar (Tarragona), también hay que decirlo. Y si se probara que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tiene algo que ver con esos hipotéticos errores, habrá que criticar su actitud y exigirle responsabilidades.

Lo que nadie debería hacer es aprovechar éste o cualquier otro atentado terrorista con fines políticos o religiosos. Ni utilizarlo para criticar al adversario político o para sembrar el odio. Y esto, lamentablemente, es lo que han hecho -aunque lo nieguen- el alcalde de la localidad madrileña de Alcorcón, David Pérez García (del PP), y el párroco de la Iglesia María Virgen Madre de Dios, de Madrid, Santiago Martín, conocido porque durante años presentó un programa religioso en TVE.

Un polémico alcalde del PP

Ese alcalde, que tiene acostumbrados a sus vecinos a declaraciones y actitudes muy polémicas -y que en alguna ocasión ha tenido que ser desautorizado por su propio partido-, ha difundido por las redes sociales una fotografía en la que se ve a Ada Colau sonriendo junto a los reyes Felipe VI y Letizia, con el siguiente mensaje: «¿Alguien puede explicarme de qué se ríe esta señora, después de no haber puesto los bolardos, allanando el recorrido a los asesinos?».

Tras la polémica que han provocado esas palabras en tertulias, partidos de la oposición y redes sociales, el alcalde no solo no se ha retractado o pedido disculpas sino que ha reiterado su mensaje, porque dice que ha ejercido su derecho a la libertad de expresión y que es cierto todo lo que ha escrito. Si tiene pruebas de que la alcaldesa Colau ha «allanado» el recorrido a los asesinos, ¿por qué no ha acudido a un juzgado para denunciarlo, como es obligación de cualquiera que conozca que se ha cometido un delito?

¡Cuidado con los comunistas!

Puestos a acusar sin pruebas, no se ha quedado atrás el sacerdote Santiago Martín, quien ha lanzado graves acusaciones contra la alcaldesa de Barcelona, impropias de un representante de la Iglesia Católica y con un lenguaje ultra que recuerda tiempos felizmente superados. ¡Cuidado con los comunistas!

Al concluir una misa el domingo 20 de agosto, antes de impartir la bendición y decir a los fieles «podéis ir en paz», el párroco les pidió que se sentaran un momento y les habló durante cuatro minutos de los atentados y la seguridad. Afirmó que los terroristas podrían haber cometido un atentado en la plaza Mayor o en la Puerta del Sol de Madrid, porque no existen bolardos que impidan el acceso de un vehículo.

«La alcaldesa de Madrid (Manuela Carmena), del mismo partido que la de Barcelona, extrema izquierda, comunistas radicales, piensan esto: ‘No hay que coartar la libertad’. Claro, la libertad de los asesinos es la que no hay que coartar».

Ni corto ni perezoso, se permitió asegurar que no haber instalado obstáculos para impedir la entrada de coches a lugares por los que pasean miles de personas es «colaborar con el crimen». Ahí queda eso. «Una parte de culpa es de la alcaldesa de Barcelona», dijo. Y añadió que si él fuera abogado de las víctimas, ya estaría planteando una denuncia contra el Ayuntamiento de Barcelona «por colaboración». En ese caso sería el hazmerreir de otros abogados al plantear semejante disparate jurídico.

El cura no podía dejar de arremeter contra la ideología de Ada Colau y continuó su soflama: «Es que, como somos comunistas, tenemos que ser muy respetuosos con la libertad… de los asesinos, por supuesto», ironizó. «Como son comunistas, pueden hacer lo que quieran y no pasa nada». ¿Y quien le ha dicho a él que la alcaldesa de Barcelona es comunista? Y si lo fuera, ¿qué se podría oponer a que alguien se afilie a un partido que es legal?

El PP de Madrid se ha limitado a decir que no comparte las afirmaciones del alcalde de Alcorcón, pero no le ha pedido que dimita. El Arzobispado madrileño solo ha dicho que «no hay más culpables que los terroristas» y que ahora «tenemos que estar unidos». Reacciones insuficientes. El PP debería pedir a David Pérez García que dimita y el cura Santiago Martín al menos debería confesarse, porque sus palabras no son precisamente un ejemplo de lo que predicó Jesucristo, que debe ser el modelo para cualquier sacerdote católico.

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