sábado, 20 de abril de 2024
09/12/2016junio 6th, 2017
Agustín Yanel Agustín Yanel

Algo falla en un gobierno, ya sea el de España o el de una comunidad autónoma, cuando las madres de los alumnos de un colegio público tienen que construir con sus propias manos un comedor escolar, porque el centro no dispone de uno y sus hijos tienen que comer cada día en la biblioteca, por turnos. Algo falla cuando la Administración pública no es capaz de resolver ese problema y lo tienen que solucionar las madres, con una ayuda económica del Ayuntamiento.

Ha ocurrido en el Centro Escolar Europa, de la localidad de Dos Hermanas (Sevilla), y lo ha contado El País. Las madres estaban hartas de que sus hijos tuvieran que hacer cola cada día, en tres turnos, para comer en la biblioteca, un lugar que no es el apropiado para hacerlo. Y estaban hartas de que las distintas Administraciones públicas no les hicieran caso.


¿La solución? Construir ellas mismas un comedor. Dicho y hecho. Asesoradas por el estudio de arquitectura Recetas Urbanas, que dirige Santiago Cirugeda, solicitaron y obtuvieron las licencias y permisos necesarios y están construyendo un comedor, con materiales reutilizados.

200 VOLUNTARIOS

La iniciativa ha recibido del Ayuntamiento de Dos Hermanas una subvención de 140.00 euros y cuenta con la participación de unas 200 personas voluntarias: padres y madres, algunos abuelos, vecinos, estudiantes de una veintena de países que realizan prácticas en Sevilla… Las madres subrayan, por encima de todo, el ejemplo que están dando a sus hijos.

Hace 40 o más años, un grupo de jóvenes del barrio de Patrocinio de San José, en Talavera de la Reina (Toledo), tenían que reunirse en los bares y cafeterías porque no disponían de un centro para ellos. Encontraron una solución parecida a la de las madres del colegio sevillano: en colaboración con un grupo de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), y con el poco dinero que había tocado en la lotería de Navidad, ellos mismos construyeron una sala de reuniones en el pórtico lateral de la iglesia del barrio, con permiso del párroco.

Eran otros tiempos y, afortunadamente, las cosas han cambiado mucho desde entonces. En aquella época las Administraciones u organismos públicos no iban a facilitar un local para reuniones de aquellos jóvenes sino que los consideraban unos ultraizquierdistas peligrosos, unos rojos. Pero la JOC -una organización que tanto contribuyó a la concienciación de miles de jóvenes en favor de la democracia, la solidaridad y el desarrollo personal, y cuyo trabajo no ha sido reconocido aún como se merece- logró con los jóvenes del barrio algo parecido a las madres del colegio sevillano: que construyeran con sus manos una modesta sala donde poder reunirse.

Pero algo está fallando cuando, tantos años después y en plena democracia, un grupo de madres tienen que construir con sus manos el comedor escolar para sus hijos. Habrá quien argumente que son muchos los problemas y muy limitados los recursos económicos, que otros alumnos ni siquiera tienen colegio y asisten a clase en barracones, que existen aulas sin calefacción… Son excusas, y las excusas no sirven para justificar los incumplimientos en materia de educación.

Es muy positivo que las madres y otras personas voluntarias se hayan implicado en este proyecto y hay que aplaudir su iniciativa, porque favorece a los alumnos. Pero también hay que decir que las Administraciones públicas están obligadas a dar respuestas a esos problemas y la ciudadanía está obligada a exigirlas.

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