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27/06/2013junio 12th, 2017
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Desde mi humilde punto de vista no tiene mucho sentido que el expresidente José Bono haya declarado que está a favor de la eliminación de los privilegios que las leyes conceden a, por ejemplo, los expresidentes autonómicos y su partido, el PSOE de Castilla-La Mancha, se haya opuesto a ello por no estar de acuerdo con el método empleado por el PP para reformar la ley en las Cortes regionales.

Las formas son importantes, pero más lo es el fondo en asuntos como éste y en un momento en el que muchas costumbres de la política están en discusión, bajo sospecha o directamente en los juzgados.


No entiendo que el pasado jueves el PSOE decidiera no votar y abandonar el Pleno cuando se trataba, a propuesta del PP, de reformar la Ley del Gobierno y el Consejo Consultivo de CLM. El objetivo, acabar con los privilegios actualmente contemplados para quienes hayan sido presidentes de la Junta, norma que les concede la posibilidad de disponer de coche oficial, secretaria, conductor y algo más durante un período de tiempo equivalente al que ocuparon el cargo.

El PSOE explicó que no era manera la elegida por el PP para llevar el asunto a las Cortes y que querían profundizar más en incompatibilidades y transparencia de los cargos públicos de CLM, además de tomarse más tiempo creando una comisión a la que se puedan incorporar otros partidos políticos que ahora mismo no tienen escaño en el parlamento regional.

Nada que alegar, pero lo primero es lo primero y, por lo tanto, es lo que tiene que ir por delante. Y yo creo que tocaba que el PSOE votara contra los exprivilegios. Y, al día siguiente, seguir adelante con sus propuestas de profundizar en la transparencia y las incompatibilidades de cargos públicos, cónyuges y toda especie viviente con raíz política.

Eso hubiera permitido a los socialistas cambiar el juego y dejar la pelota en el tejado del PP.

En política, además de ser hay que parecer y los socialistas de Castilla-La Mancha, el otro día, no parecieron, por muchas razones de lógica o estrategia política que acompañen una decisión que no ha entendido casi nadie fuera la disciplina del partido.

Me quedo con una reflexión que Juan Ávila, alcalde de Cuenca y viceportavoz del PSOE, hace en la entrevista que esta semana publicamos y que pueden ver en portada. No era sobre este asunto ni a una pregunta sobre el tema en cuestión, pero me parece un pensamiento muy válido y oportuno: «Desde la calle (los partidos políticos) se ven como estructuras opacas, poco transparentes, poco permeables y que tienen una lógica interna que no coincide con la lógica de los ciudadanos. Todo esto es muy grave y hay que cambiarlo».

Amén.

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