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04/10/2012junio 13th, 2017
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Está generalmente admitido que donde no manda uno, no manda nadie. Si se trata de una organización compleja, que además es una caja y en medio de una tormenta económica y financiera, esta norma no admite reparos, aunque a veces conviene negociar algunos aspectos. Y Globalcaja no es una excepción.

Por eso Miguel Ángel Calama, autor intelectual y material de la fusión de las cajas rurales de Ciudad Real, Albacete y Cuenca que alumbró a Globalcaja, tuvo claro desde el principio que para que las cosas funcionaran tenía que haber un mando único, el suyo concretamente. Pero en aras del beneficio general debía parecer que todos eran iguales y había que salvaguardar egos y sensibilidades para que ninguna de las tres entidades se sintiera incómoda en un proyecto apoyado por el Banco de España de Miguel Ángel Fernández Ordóñez y llamado a ser mucho más.


CUANDO MANDABA CALAMA

Calama, con la confianza del BdE y el asesoramiento de AFI, capitaneado por Emilio Ontiveros, quería hacer una caja única en Castilla-La Mancha. Para ello y fracasada la fusión con Caja Rural de Toledo (por traición, en palabras de los tolednos; por soberbia, en palabras de Ciudad Real), solo tenía que convencer a las demás y, por lo tanto, hacer el proyecto atractivo a sus directores generales: María Victoria Fernández (Albacete) y Ernesto Berdala (Cuenca). Lo consiguió manteniéndoles el rango y las prestaciones del mismo y dando a entender que la nueva caja tendría tres directores generales que se repartían las competencias en armoniosa convivencia. Los de fuera sabíamos que mandaba Calamara y los de dentro también, pero la cosa iba tirando.

El plan del ex director general de Globalcaja era sumar otras cajas rurales del país hasta conseguir una gran cooperativa de crédito y quién sabe…

Pero los planes se vinieron abajo porque el indulto del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a Miguel Ángel Calama (y a los condenados tras una denuncia que coleaba de su época en Banesto) llegó «tarde» y éste tuvo que marcharse adoptando la forma de una jubilación. De lo contario, la nueva entidad no podría inscribirse formalmente en el Registro del Banco de España y ya no se podía esperar más.

Sin Calama, la fusión, echa a su imagen y semenjanza y sin la batuta de su autoridad y oficio en estras lides, no tardó en complicarse.

BERDALA ES EL HOMBRE

El Banco de España se dio cuenta enseguida de la marejada interna. Tras la última inspección alertó de la necesidad de un mando único que, además, debía ostentar Berdala, inspector del BdE en excedencia y hombre de su total confianza para reconducir la entidad hacia donde el regulador cree que tiene que ir.

La orden del Banco se hizo disimuladamente dentro del Globalcaja, llamándo a Ernesto Berdala coordinador de directores, pero públicamente se presentó como un pequeño ajuste sin importancia. Una carta de Berdala a todos los empleados (publicada en exclusiva por este periódico http://www.encastillalamancha.es/noticia/8766/ernesto-berdala-toma-el-mando-en-globalcaja-y-da-instrucciones-a-los-empleados ) proclamando la necesidad de un cambio de rumbo en la política de la entidad y preguntándose si eran necesarios los gastos en algunos capítulos, hizo que la inseguridad se extendiese en la plantilla.

El clima interior entre los «jefes» de la entidad amenzaba tormenta. Berdala, dicen, lo que quiere es jubilarse cuanto antes, pero el Banco de España no daba otra opción. De hecho, recientemente volvió a ajustar las tuercas. Hace unos días le instó a tomar las riendas, poner orden, acabar con los personalismos y corregir los aspectos de la marcha de la entidad que no son del gusto de este organismo y que han generado alguna preocupación. Al menos eso es lo que se cuenta en la corte a cualquiera que lo quiera oír, aunque la entidad oficialmente lo niega.

El caso es que con el golpe de timón de Berdala, que se relataba la semana pasada en una tibia nota de prensa que decía sin decir, la división de poderes se ha acentuado y Albacete se ha llenado de rumores de que la directora general de la ex caja rural albaceteña, María Victoria Fernández, ha dicho basta y se ha largado. Otras fuentes dicen que la han echado. Oficialmente, la entidad no dice ni sí ni no, lo que aumenta la confusión y los chismes.

A falta de transparencia en la política informativa actual de la entidad, los rumores se disparan y también sube la tensión en todos los niveles de la plantilla, en la que empieza a haber deserciones. Buena parte de ellas van en dirección a la Caja Rural de Castilla-La Mancha, llamada a ser la madre de una nueva fusión, auspiciada por el Ejecutivo de María Dolores de Cospedal, para salvar los muebles financieros de la región. Una operación, sin embargo, que se presenta tan lógica como complicada.

El caso es que pase lo que pase, Globalcaja y sus responsales, Berdala, como director general; y Luis Díaz Zarco como presidente y hombre con más ascendente en Ciduad Real, la mayor de las tres entidades que se fusionaron, están obligados a tomar decisiones pronto. Nadie gana con la inquietud, ni con los rumores ni con las broncas internas. 

Ni el cerrojo informativo se ha demostado útil jamás en una situación como ésta. Eso los profesionales lo saben bien, pero no siempre se les escucha cuando llegan momentos de zozobra y la prensa pregunta.

Sus responsables sabrán lo que tienen que hacer y cuándo, pero, desde luego, un momento como éste no resiste dudas ni incertidumbres ni distracciones.

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