jueves, 2 de mayo de 2024
13/09/2012junio 13th, 2017
César del Río César del Río

Porque, todo hay que decirlo, era un chollo para los numerosos diputados regionales que desde hace años van a las Cortes una vez por semana de media (contando Plenos, comisiones y demás zarandajas) y que se llevan, sólo en dietas, algo así como 16.000 euritos del ala. A eso súmenle el sueldo. Y si tenemos en cuenta que son 49 entre ellos y ellas…

Por eso desde hace años y entre los políticos, allegados, asesores, periodistas y demás «calaña» que pulula por el exconvento que además fue cárcel, parque de bomberos y cuartel de la Guardia Civil, ser diputado en las Cortes de Castilla-La Mancha era lo equivalente a decir que te ha tocado «la beca de Gilitos», por aquello de que fue el convento de San Gil.


Pero María Dolores de Cospedal, en un arranque como los que tenía José Bono, se esperó hasta que la ensalada estuviera en el plato y la aliñó a su gusto, dijo que los 53 diputados que tenía previsto que se sentaran a partir de 2015 en los escaños pasarían, así, como quien no quiere la cosa, a 25. Eso «pa» empezar.

Después vendría el susto de verdad. Pero el de verdad verdadera. El de la pasta. Pero no italiana, sino a la española. Bueno, mejor a la castellanomanchega. Luego llegaremos.

Con la reducción de diputados estoy absolutamente de acuerdo, puesto que lo he dicho aquí por activa y por pasiva desde hace meses. Sobraban. Y si me apuran, yo esos 25 los dejaría todavía en unos poquitos menos, digamos que 15. Eso sí, que trabajaran casi de sol a sol y dejándose la piel por la gente a quienes representan, que son los parados.

Ya era hora de que los recortes llegaran a quienes primero los tenían que haber sufrido de verdad, la casta política.

Dicho esto, pasamos al sueldo…

SER POLÍTICO DEBE SER UNA PROFESIÓN Y AL QUE NO TRABAJE, A LA CALLE

Ser político debe ser una profesión, efectivamente, y remunerada. Por eso no estoy de acuerdo con la segunda parte de la propuesta de la presidenta de Castilla-La Mancha. Y más ahora, cuando la política en general está por los suelos de la credibilidad de los ciudadanos.

Siempre he apostado por aquello de menos políticos pero mejor pagados. Aunque esto último no tiene nada que ver con los diputados de las Cortes, que cobran un pastizal; me refiero más bien a muchos alcaldes que están de sol a sol, se llevan los sopapos continuos de sus vecinos (a los que ven todos los días) y encima en algunos casos tienen que poner dinero de su bolsillo.

Pero a un diputado regional hay que pagarle. ¿Por qué no? Y obligarle a trabajar. Y el que no cumpla, a la calle, como cualquier hijo de vecino. Nada de tener garantizado tu sueldo durante cuatro añitos, llegar a las Cortes, escuchar lo que dicen los mismos de siempre (porque al final hablan cuatro y cuidado que los requetecuento cada vez que voy) y, ¡hala!, de vuelta a mi provincia de origen con el jornal en el bolsillo. Casi siempre por el mero hecho de aplaudir.

Por eso digo que con 15 nos bastaba.

Pero esos 25 deberían cobrar. Un sueldo ajustado a la realidad que vivimos y que garantice que a la política llegarán los supuestos mejores, vengan de donde vengan. Porque si usted le echa ocho horas en su trabajo, ¿cuándo va a politiquear? Pues no le va a dar tiempo, desde luego, a no ser que ejerzas de 8 a 3 y por las tardes…

¿Que hay algunos o muchos que desde casi el colegio cogieron un carguete y no saben lo que es trabajar en la empresa privada? Sí, los hay. Más de los que se imaginan. Pero han estado alentados por los propios partidos políticos. Para ésos sí que va a ser un problema, porque sean diputados o no tendrán que buscarse un trabajo para aliñar las dietas de las Cortes.

Se acaba la beca, se acaba el chollo para muchos.

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