Hay un municipio de Castilla-La Mancha, en la provincia de Albacete, que tiene mucho que decir en lo que a historia de Occidente se refiere y tambien en lo relativo a buenos vinos: Almansa, famosa por su castillo, su batalla y sus vinos.
El Castillo
El castillo de Almansa se sitúa sobre el Cerro del Águila, una elevación en forma de meseta, alargada de norte a sur, situada al pie del municipio, al este de la provincia de Albacete.
Las recientes excavaciones proporcionan una cronología de finales del siglo XI e inicios del siglo XII (época almohade) para los muros más antiguos realizados en tapial. Tras la Reconquista, la fortificación pasó a formar parte del reino de Castilla y fue bajo el mandato de Don Juan Manuel cuando se ultimen las obras de su construcción.
Durante los siglos XIV y XV la fortaleza fue testigo de las luchas por el control del Señorío. El valor del Señorío va a ser tal que la corona lo utilizó como pago a Alfonso de Aragón (1366-1412) que se convertirá en el primer Marqués de Villena.
Ya en el siglo XV el castillo adoptó su forma definitiva, gracias a Juan Pacheco (1445-1474) II Marqués de Villena, que lo amplió y reformó. La apuesta de este y su hijo Diego López Pacheco y Portocarrero (1474-1529) por la Beltraneja en su lucha contra la infanta Isabel, (futura Isabel la Católica), los llevó tras duras batallas a la pérdida del Marquesado en 1480 y la incorporación de Almansa y castillo a la jurisdicción real.
Al pasar el castillo a manos de la corona mantuvo su guarnición y un alcaide, pero poco a poco se fue abandonando.
Por tanto, desde mediados del siglo XVI el castillo pasó a ser un objeto en desuso y acabó convirtiéndose en una especie de cantera para los vecinos de Almansa.
A finales de siglo XIX la corona cedió el castillo al Ayuntamiento de la ciudad.
Conoce la historia del Castillo de Almansa, Monumento Histórico-Artístico Nacional desde 1921
La batalla
Desde la explanada ubicada al norte del castillo tiene lugar cada mes de abril la recreación de la batalla de Almansa, que cambió el rumbo de la historia de España y Europa en el siglo XVIII. En plena Guerra de Secesión, el 25 de abril de 1707 se enfrentaron en este lugar los ejércitos de las dos coronas (España y Francia) con los de la Gran Alianza (Inglaterra, Austria y Países Bajos) para decidir la dinastía que ocuparía el trono de España tras la muerte sin descendientes del rey Carlos II.
La batalla decantó la suerte de la guerra (que duró 14 años) a favor de la causa borbónica. La consolidación de los Borbones en España vino solo tras la firma del tratado de Utrech, comienzo de la supremacía británica en el mundo en detrimento del resto de potencias, incluyendo la cesión al Reino Unido de Gibraltar.
La recreación de la batalla tiene lugar el fin de semana más próximo al 25 de abril. Más de 10.000 personas, entre visitantes y figurantes vestidos con trajes de época disfrutan de las representaciones del evento en el “campo de batalla”, mientras en el pueblo tienen lugar mercados barrocos, conciertos y demás actos festivos, con la exultante silueta del castillo como telón de fondo.
Revive la batalla de Almansa con talleres, recreaciones y rutas por los escenarios de la guerra
Ruta del vino
La comarca de Almansa, en pleno sureste de Albacete, destaca por su riqueza cultural, su entorno natural y su creciente apuesta por el turismo de interior. En este contexto nace la Ruta del Vino de Almansa.
La bodega donde se cocinó el origen de la D.O. Almansa es la Bodega Piqueras, de donde sale el 80% de la producción de la denominación.
Muy cerca del pantano de Almansa, está ubicada MataMangos Bodega. Los viñedos de las variedades locales rodean la mansión en cuyas caballerizas tiene lugar la cata de sus excelentes vinos.
Desde el Pocico de las Nieves se puede otear la vega de Alpera, tierra propicia para las vides de donde salen uvas con las que Carlos Arnedo, enólogo de la bodega Cooperativa Santa Cruz de Alpera, elabora vinos especiales, algunos de ellos ecológicos. Entre sus propuestas está un 100% sauvignon blanc de vendimia nocturna que cada noche es mecido para lograr un vino sedoso, fresco y aromático; o su Tinto Gold Rupestre, hecho con la uva de cepas viejas de garnacha tintorera sobremadurada y criada en barricas de roble americano.
Esta ruta enológica tiene su fin en Higueruela. La bodega que hay que visitar en Higueruela es Cano, empresa familiar con 160 años de historia especializada en vinos de elaboración artesanal en tinajas de barro tradicionales. La bodega apuesta por “parcelarios”, vinos de autor, con sello ecológico y comercializados en edición limitada. En esta categoría entran dos de sus blancos y dos tintos 100% garnacha tintorera.
La visita se complementa con la Vinoteca de Sinforiano, en el núcleo urbano de Higueruela, que acaba de ser reconvertida en un bar de vinos de diseño donde catar lo mejor de Bodegas Cano.