No faltó nadie. De hecho, la sala habilitada en la Delegación del Gobierno de Castilla-La Mancha, en Toledo, estaba tan abarrotada de invitados que muchos de ellos se quedaron fuera por la falta de espacio en el interior. Era la toma de posesión del nuevo delegado del Gobierno en la región, Jesús Labrador, a la que no faltaron la presidenta de la comunidad autónoma, María Dolores de Cospedal; y el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro.
Labrador, que utilizó la fórmula del juramento, recalcó que trabajará codo con codo con la Guardia Civil y con la Policía Nacional, de quienes se mostró orgulloso «de estar ganando la batalla a ETA». Agradeció la presencia del ya exdelegado del Gobierno con el gobierno socialista, Máximo Díaz-Cano; y se mostró «satisfecho, dispuesto y convencido de representar al Gobierno de este país en Castilla-La Mancha». Tendió la mano a la sociedad castellano-manchega y prometió, por último, «humildad, trabajo y responsabilidad».
Tras él habló Montoro, quien recordó que era un día triste por la muerte de Manuel Fraga y quien matizó que su actividad «es estar al servicio de Castilla-La Mancha y de España».
Cerró el acto Cospedal, quien le dijo a Labrador que tenía sobre sus espaldas una responsabilidad muy importante y que en su haber estaba que va a ser un eficaz y gran delegado del Gobierno «porque es inteligente, trabajador, sensato y capaz. Y nos gusta la gente honrada y esforzada». De él dijo que «habla poco y trabaja mucho» y alabó «la eficacia, el esfuerzo y las muchas horas» que había dedicado Labrador a su trabajo, «que son el secreto de la brillantez y de las cosas bien hechas».
Hizo referencia a lo corta que había sido su estancia como consejero de Presidencia y Administraciones Públicas, «tiempo en el que su dedicación ha sido absoluta. Pierdo un gran consejero, pero ganamos un mangífico delegado del Gobierno».
Y finalizó su intervención y, por lo tanto, el acto, con un alto y claro: «¡Viva España»!
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