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viernes, 26 de abril de 2024
Las Tablas de Daimiel en otoño de 2019.
Las Tablas de Daimiel en otoño de 2019. Foto - Rebeca Arango
Se han producido incendios a diez kilómetros del parque - 13 enero 2020

La inundación que aún registra Las Tablas de Daimiel, con cerca de 70 hectáreas encharcadas, evitan en la actualidad que los incendios de turba que se han registrado en el cauce del río Guadiana, a unos diez kilómetros del parque nacional, puedan reproducirse en el interior del espacio protegido.

Así lo ha explicado a Efe el director del parque, Carlos Ruiz de la Hermosa, quien ha señalado que, aunque los niveles de inundación que registra el parque son «muy bajos», el que el parque aún tenga «zonas con agua» hacen difícil que se puedan reproducir en los próximos meses los incendios de turbas que ya le afectaron en 2009.


Ruiz de la Hermosa ha señalado que el agua se concentra en la zona de la madre chica del río Guadiana, el lugar donde se encuentran la zona de turbas, que en estos momentos están humedecidas, lo que impide que puedan entrar en autocombustión.

El director del parque han señalado que los incendios que se han detectado en los últimos días se concentran a unos diez kilómetros del espacio protegido, aguas arriba del molino hidráulico de Zuacorta.

En concreto, en esta zona ya se han registrado otros incendios de turbas importantes, si bien en 2011 el nivel freático del acuífero en esta zona subió hasta hacer volver a ver manar agua en algunos de los conocidos como Ojos del Guadiana.

En 2015 la zona volvió a quedar seca y tras varios años secos, ha comentado, «el guión se ha vuelto a repetir» con la aparición de incendios de turbas.

Ruiz de la Hermosa ha señalado que los incendios de turba «son el síntoma de la desaparición de un río, el Guadiana, y de la desecación de un gran acuífero» y sobre la posibilidad de que en el futuro el parque nacional se pudiera ver afectado por un nuevo incendio de turbas ha comentado que podría ocurrir si finalmente la zona de turbas se vuelven a secar por completo.

En cualquier caso, ha dicho, «tenemos ahora mecanismos para intentar evitarlo, que pasan por un trasvase de agua externo a través de la tubería a la Llanura Manchega o por la activación de la batería de pozos, con los que trataríamos de garantizar la humedad de las turbas», ha finalizado.

La bajada del nivel freático en zonas del Acuífero 23 y las condiciones climatológicas que se han dado en los últimos meses ha propiciado la aparición de nuevos incendios de turba en el cauce del río Guadiana.

Las primeras fumarolas que indican la presencia de fuego subterráneo se detectaron a principios de año, aguas arriba del cauce del río que se localiza en el entorno del antiguo molino harinero hidráulico de Zuacorta, como consencuencia de la desecación de las turbas.

La falta de humedad provoca que la materia orgánica que compone la turba sufra un proceso de contracción que origina profundas grietas en el terreno por donde el aíre penetra hasta oxidar la materia que acaba entrando en autocombustión y ardiendo.

El proceso de autocombustión de las turbas da lugar a la formación de ‘grandes braseros’ en los que la tierra arde por debajo del terreno, llegando a alcanzarse altas temperaturas que, en algunos casos, supera los 220 grados centígrados.

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