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lunes, 2 de diciembre de 2024
El TS exige fijar caudales ecológico en el Tajo y todos los ríos de la cuenca
El TS exige fijar caudales ecológico en el Tajo y todos los ríos de la cuenca Foto - David Romero
Casi dos hectómetros cúbicos se fueron al Segura - 02 octubre 2017 - Castilla-La Mancha

El trasvase encubierto que comenzó el viernes 29 de septiembre por la noche y continuó durante el sábado 30 por la mañana, del que alertó el cofundador y coportavoz de la Plataforma en Defensa del Río Tajo y Alberche, Miguel Ángel Sánchez (también concejal de Ganemos en Talavera), y que adelantó encastillalamancha.es, se llevó hasta el Segura nada menos que casi dos hectómetros cúbicos de agua, el equivalente al consumo que hay tanto en Toledo como en Talavera durante dos meses, tal y como ha confirmado el propio Sánchez a este periódico.

Tanto Toledo como Talavera tienen un consumo aproximado de medio hectómetro cúbico cada mes (unos seis o siete al año cada una de las dos ciudades) tanto para abastecimiento como para riego y para las industrias, por lo que las cuentas están claras: esos dos hectómetros de agua trasvasados, por ejemplo, podrían haber abastecido a ambas ciudades durante dos meses.


Es más, los casi 30 metros por segundo que llegaron a viajar por el canal del trasvase (vean el video que les mostramos) durante estos dos días hacia el Segura son realmente el doble de lo que discurre cualquier día por el río Tajo tanto a su paso por Toledo como por Talavera. O cinco veces la que pasa por Aranjuez (Madrid).

Cifras realmente impresionantes.

 

Un trasvase que correspondía a la venta de agua de los regantes de Estremera, en la Comunidad de Madrid, al Segura. Agua que sale de Entrepeñas y Buendía, embalses de cabecera del río Tajo. Y un trasvase que en la práctica es ilegal puesto que Entrepeñas y Buendía están en situación de emergencia al encontrarse por debajo de los 368 hectómetros cúbicos de agua embalsada. Por debajo de esta cantidad la ley no permite trasvasar. Incluso ya desde octubre nadie podrá sacar agua de la cabecera del Tajo por debajo de los 400 hectómetros cúbicos. Eso en teoría, porque en la práctica ya hemos visto cómo se ha producido este trasvase encubierto.

Decisión, además, a la que se opuso frontalmente el presidente de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT), Miguel Antolín, y que le costó el cese inmediato, tal y como publicó en exclusiva encastillalamancha.es el sábado 30 de septiembre por la mañana.

Todas las reacciones al trasvase encubierto y al cese fulminante del presidente de la CHT

Durante la mañana del sábado la noticia del trasvase encubierto y la dimisión de Antolín provocaron las correspondientes recciones. Por ejemplo, el Gobierno de Castilla-La Mancha, a través de la consejera de Fomento, Tita García, pedía a Liana Ardiles, directora general del Agua, dependiente del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, que se replanteara su permanencia en el cargo por un nuevo trasvase «perpetrado con alevosía, premeditación y nocturnidad por parte del Gobierno nacional y de la CHT».

Reacción contraria era la del Gobierno de España, quien señalaba que no era un trasvase y sí una cesión de agua entre particulares contra la que no había ningún argumento técnico. Igual que la de José Julián Gregorio, delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, quien mostró su pesar tras el cese de Antolín «porque ha mirado mucho por el Tajo».

 

El colofón lo ponía la Asociación de Municipios Ribereños de los embalses de Entrepeñas y Buendía, quienes emitían un comunicado muy duro en el que «explotaban», afirmando que «tal vez pensaban que no nos daríamos cuenta, tal vez nos toman por idiotas, pero de lo que estamos seguros es de que nos toman por españoles de segunda; no les importamos lo más mínimo y por eso ya ni se tapan, no tienen la más mínima vergüenza que les impida secar el río más largo de la Península Ibérica, otrora orgullo de los españoles y hoy propiedad privada de unos pocos sinvergüenzas».

Por último, el propio Sánchez señalaba a este periódico que lo ocurrido había sido «un golpe de mano de Liana Ardiles», quien había sustituido a Antolín por un hombre de su confianza, Juan Carlos de Cea, a quien califica de pertenecer «al ala más trasvasista y afín al negocio del agua». Hablaba incluso de «guerra civil» en la CHT por negarse a ser «mano sumisa y ejecutora de un ministerio».

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