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martes, 23 de abril de 2024
Es la primera vez que la ultraderecha gobernará en una región de Europa - 12 marzo 2022 - Madrid
Agustín Yanel Agustín Yanel

En el PP ya han hecho lo que muchos demócratas temían y esperaban. Mientras en la Unión Europea se unen las fuerzas políticas para impedir que la ultraderecha forme parte de ningún gobierno, el Partido Popular en España ha abierto la puerta por primera vez a Vox: Alfonso Fernández Mañueco continuará presidiendo la Junta de Castilla y León con un vicepresidente y tres consejeros del partido de Santiago Abascal. Todo vale con tal de seguir en el sillón presidencial. Se vuelve a cumplir el conocido eslogan de una campaña turística de los tiempos de la dictadura franquista: Spain is different (España es diferente). 

Fernández Mañueco adelantó las elecciones autonómicas porque así lo quiso la cúpula nacional del Partido Popular, cuando las encuestas vaticinaban que rozaría los 41 escaños de la mayoría absoluta en esa comunidad. Creían que después de que Isabel Díaz Ayuso hubiera arrasado en la Comunidad de Madrid en mayo de 2021, un triunfo del PP en tierras castellanoleonesas y, meses después, otro posible éxito en Andalucía allanarían el camino de Casado hacia La Moncloa.


Pero este particular cuento de la lechera no se cumplió, porque Fernández Mañueco ganó las elecciones el 13 de febrero pasado pero se quedó en 31 escaños, solo dos más de los que tenía. Por el contrario, Vox tenía únicamente uno, consiguió 13 y fue el gran triunfador.

De querer un gobierno en solitario a meter a Vox en él

El presidente castellanoleonés ha repetido, desde la misma noche electoral, que su intención era formar un gobierno estable en solitario. Eso solo podía lograrlo si negociaba y conseguía que el PSOE le apoyara en su investidura sin entrar en el Ejecutivo regional o que le apoyara Vox o, como tercera posibilidad, que lo hicieran los partidos provinciales y se abstuvieran los socialistas o la ultraderecha. Finalmente, ante la posibilidad de tener que repetir las elecciones si no conseguía los apoyos necesarios, ha optado por dar a Vox la vicepresidencia del Gobierno y tres consejerías, además de la presidencia de las Cortes regionales.

Este pacto de gobierno con Vox no solo ha sido criticado por Pedro Sánchez y por todos los partidos de la oposición. También lo ha criticado el presidente del Partido Popular Europeo (PPE), Donald Tusk, exprimer ministro de Polonia y expresidente del Consejo Europeo, con estas palabras: «Pablo Casado era una garantía personal de mantener al Partido Popular en el centroderecha, evitando este tipo de coqueteos con los radicales, con movimientos de extrema derecha como Vox. Para mí ha sido una triste sorpresa, es una capitulación». «Espero que sea solo un accidente y no una tendencia en la política española».

Alberto Núñez Feijóo ha querido desvincularse de ese pacto con Vox, aunque él será elegido en abril presidente del PP en sustitución del defenestrado Pablo Casado porque es el único candidato. «A veces es mejor perder el gobierno que ganarlo desde el populismo». ha dicho en un acto de su partido en Valencia, sin citar expresamente a Vox. «No creo en los gobiernos que se pactan en los despachos».

Tanto Fernández Mañueco como Núñez Feijóo y otros dirigentes del PP culpan al PSOE de haber tenido que pactar con Vox, porque de no hacerlo tendrían que haber repetido las elecciones. Los socialistas lo niegan y recuerdan que, en la única reunión que el presidente de Castilla y León mantuvo con ellos para negociar, se levantó tras solo 15 minutos de conversación en cuanto pronunciaron la palabra corrupción.

Un pacto legal pero difícil de explicar por el PP

Nadie puede discutir que este pacto de gobierno con el partido de Santiago Abascal es plenamente legal, como lo son todos los pactos entre partidos políticos. Pero Fernández Mañueco tiene muy difícil explicar de manera convincente por qué dice que su comunidad no tiene un Gobierno «machista, racista o xenófobo» y ahora va a gobernar con un partido que niega la violencia de género, que considera a los inmigrantes que vienen de África «la verdadera amenaza» para las mujeres y que pide expulsar de España a los que no tengan su documentación en regla.

En la rueda de prensa que convocó para explicar su pacto con Vox, Fernández Mañueco pasó apuros y titubeó mucho cuando los periodistas le preguntaron por esas y otras contradicciones. Sirva de ejemplo su entrecortada respuesta a la pregunta de qué es eso de «inmigración ordenada» que figura en el pacto de gobierno: «La inmigración ordenada es precisamente eso… eh… atender a lo que es… eh… recibir a las personas a las que, bueno, permite la ley que puedan venir a nuestro país y a la Unión Europea».

Son cosas de la política. De una manera de entender la política.

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