César del Río
Pactar en España con independentistas en otra época equivalía a asegurarte no solo el Gobierno, también la paz durante la legislatura. Esto es, «los otros» recibían su buena ración de dinero y prebendas variadas a cambio de que dejaran en paz el tralará de la autodeterminación y de la separación del resto del país. Eran independentistas que adormilaban a ojos del resto la independencia aunque en su fuero interno la llama se avivara. Por eso sobrevivieron a ellos los diferentes presidentes del país, uno tras otro, del PSOE o del PP. Eran incluso, si me apuran, los tiempos en los que el honorable Pujol era el honorable aunque se forrara por la puerta de atrás.
Pero ya no es lo mismo.
Pactar en España con independentistas ahora conlleva, primero, asegurar la celebración de un referéndum sobre la autoderminación, que a mí personalmente me parece que están en su derecho, otra cosa es que sea vinculante. Y, segundo, marcar un calendario para, al cabo de unos años, separarse. De lo que también estoy convencido es de que muchos españoles estarían deseando que esto ocurriera, que se fueran de España, pero eso tendría una pega insalvable: que hay muchos catalanes que se sienten españoles, quizás más que independentistas haya.
Jamás entenderé que en España se intente formar, ni siquiera que se piense, un Gobierno en el que haya independentistas. Porque carece de toda lógica y razón. Lo haga quien lo haga.
Hay socialistas que hubieran querido que el entuerto este que tenemos encima de Gobierno en funciones durante casi un año se pudiera haber solucionado a principios de 2016, dejando gobernar al PP en minoría y apurando cada ley o acuerdo que saliera del Congreso. Pactos es lo que pidieron los ciudadanos con sus votos.
Ahora estamos en un callejón del que saldremos en unos días, porque antes del 31 de octubre tiene que haber una solución para evitar las terceras aburridísimas elecciones a las que confío que no lleguemos.
No, si la que le espera después a Rajoy…
@CesardelRioPolo
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