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miércoles, 24 de abril de 2024
Tras la reunión en Moncloa 18/10/2018octubre 20th, 2018
Mar G. Illán Mar G. Illán

Había una gran expectación en el Partido Socialista por ver cuándo y cómo se resolvía el primer encuentro entre Pedro Sánchez y Emiliano García-Page, ya como presidentes de España y Castilla-La Mancha. Tras escuchar diversos testimonios y versiones, mi conclusión es que se ha abierto una nueva etapa en ese campo de relaciones. Un camino que, por otro lado, no estará exento de obstáculos y diferencias en algunos asuntos.

Page había sido uno de los principales avales y de los más contundentes apoyos de Susana Díaz en su batalla con Pedro Sánchez por la Secretaría General del Partido Socialista. El discurso del presidente castellano-manchego es, además, un permanente toque de atención al Gobierno de España para no caer en la tentación del «mercadeo» en su estrategia de apaciguamiento de la situación en Cataluña y las relaciones con los independentistas.


La actitud de algunos sanchistas del PSOE de CLM que no se cortaban en poner a caldo a Page en las redes sociales o la política tan trasvasista como la anterior que hasta hora ha tenido el Gobierno Sánchez, pese a las intenciones que la propia ministra para la Transición Ecológica declaró nada más llegar («los trasvases no pueden ser lo habitual») hacían presagiar una tensa relación y una buena colección de «¡zasca!«.

«Muy bien», el comentario más difundido

Con esos preliminares muchos ojos y muchos temores miraban hacia la Moncloa cuando al mediodía del lunes 15 de octubbre comenzó la reunión entre Pedro Sánchez y Emiliano García-Page. Y casi todos ellos respiraron tranquilos cuando nada más salir del encuentro y trascender por los teléfonos móviles las primeras impresiones, el comentario que más circuló fue el de «muy bien». Más de dos horas de conversación sobre los temas concretos de agenda que se han ido comentando después (agua, infraestructuras, Talavera, financiación autonómica…) y los que no han trascendido tanto dieron de sí lo suficiente como para que puede hablarse de una nueva etapa en las relaciones.

No digo que esté todo resuelto, pero sí creo que la hostilidad como precaución ha desaparecido. Moncloa necesita a Fuensalida como a todos los gobiernos autónomos y alcaldías que tiene el PSOE para afianzar al partido de cara a unas elecciones cuya fecha nadie sabe y cuyo resultado nadie puede predecir. Porque gobierna el que más sume e impida al otro contar a su favor los escaños de la mayoría absoluta. La aritmética parlamentaria da para tantas sorpresas e incertidumbres en la política actual que no hay encuesta capaz de predecir ni los futuros gobiernos ni su duración. Y, viceversa, Fuensalida necesita a Moncloa y sus Presupuestos Generales del Estado.

Tres nombres que han contribuido a la paz

En ese nuevo marco de relaciones de Sánchez y Page, además de ellos mismos, creo que hay tres nombres que han tenido mucho que ver, por el papel que han jugado en la normalización de relaciones.

Empiezo por la mujer. La alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, es una persona de Sánchez, pero cuando las primarias llegaron a Castilla-La Mancha no tuvo dudas en ponerse del lado de Page y no solo no alentó, sino que dio claramente la espalda a las opciones que surgieron entre los sanchistas deseosos de revancha tras ganar el Congreso Federal. Estoy segura de que más de una vez ha descolgado el teléfono para pedir calma en ambas orillas.

Otro de los nombres que creo que ha contribuido a bajar la inflamación y normalizar las relaciones entre Toledo y Ferraz es Sergio Gutiérrez, secretario de Organización del PSOE de Castilla-La Mancha, experto en fajar y negociar, como actor y conocedor de la cultura parlamentaria de Bruselas. Y también de los intríngulis de Ferraz.

Y, sin duda, el tercer hombre, creo que es Manuel González, delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha. Tanto él como Milagros Tolón son miembros de la Ejecutiva Federal. Si ambos hubieron optado por hacer pinza contra sus antaño «rivales» internos, la situación hoy se acercaría al caos. Y, aunque probablemente nadie está del todo satisfecho con la otra parte, parece evidente que las piezas han encajado mucho mejor de lo que era previsible para muchos.

Gobernar ayuda mucho a ordenar los problemas por su gravedad e importancia. Y hoy todos ellos tienen problemas mayores que los internos del partido. Además, y eso no cambia con los nuevos tiempos, ostentar el poder es el mejor cicatrizante para heridas de partido y el más eficaz diluyente de divisiones internas. Desde luego, no puede decirse que el PSOE es una balsa de aceite -ningún partido lo es hoy-. Pero yo creo que se ha abierto una nueva etapa,porque tanto los problemas como los objetivos a medio y largo plazo empiezan a ser otros.

Ahora, a esperar y a observar.

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El poder es el mejor cicatrizante para heridas de partido y el más eficaz diluyente de divisiones internas[/ze_summary]

 

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